Tras el éxito de El niño con el pijama de rayas, y después de que la misma editorial reeditase una obra escrita con anterioridad Motín en la Bounty, se publica la primera novela que John Boyne (Dublín, 1970) ha escrito después de convertirse en un autor internacional. Esto se ha notado, bastante, en el marketing, la distribución y promoción de La Casa del Propósito Especial.
Se cuenta en ella la historia de Georgi, un joven de una aldea rusa que entra por casualidades del destino a formar parte de la guardia personal del mismísimo zar de Rusia, Nicolás II, quien le destina como guardaespaldas de su enfermizo hijo Alexis Romanov. Incluso se enamora de Anastasia, la hija menor del zar, quien le corresponde a su amor juvenil. Estamos en plena Primera Guerra Mundial y con un ambiente social en Rusia prerrevolucionario. Georgi es testigo privilegiado y también protagonista de unos sucesos que marcarán la historia de Rusia.
Pero Georgi y la misteriosa Zoya, ahora su mujer, desaparecen de Rusia en los convulsos meses posteriores a la Revolución, tras la detención por los bolcheviques de la familia real. Primero viven en París y luego se trasladan a Londres. Ya anciano, Georgi recuerda los principales sucesos de su vida en Rusia y, también, sus años de relación con Zoya, ahora gravemente enferma.
Toda la novela se sustenta en la intriga de los misteriosos hechos que Gregori va contando y que sólo se desvelan casi al final de la narración. De manera alterna, el narrador regresa a Rusia y a aquellos difíciles años para la familia del zar, y cuenta también su largo exilio en Londres, donde ha trabajado de bibliotecario.
Aunque los sucesos que forman el decorado tienen gran importancia histórica, John Boyle no consigue que la novela acabe enganchando a los lectores. La principal causa reside en la falta de sustancia sobre la que gira toda la novela y las numerosas e insulsas páginas con las que se hincha un relato que, tal y como ha sido estructurado, no da mucho de sí. Sobran muchas escenas, pasajes, diálogos, que distraen la narración porque el autor no va al grano. Podía haber sido una novela más redonda si el autor hubiese sacado más partido a los hechos históricos y menos a sus años londinenses.