Paidós. Barcelona (1996). 300 págs. 2.100 ptas.
Ante la radiante aureola que hoy envuelve a la palabra solidaridad, la compasión -por contraste- se encuentra sin reconocimiento y admiración popular. A los ojos de muchos, está bajo sospecha. Por eso -valga la metáfora-, la compasión sale de incógnito a la calle, o se presenta disfrazada de otra cosa, para expandir su buen corazón con las penas, las desgracias y las tristezas del corazón de la humanidad; pero, en el fondo, compasión y solidaridad son primas hermanas.
El autor de este ensayo, conocedor de ese estado de cosas, trata de establecer el significado exacto de la compasión y sus múltiples manifestaciones, contrastándola con conceptos afines (la benevolencia, la piedad, la misericordia, la clemencia, la filantropía…). Su sutil análisis confirma la intuición del lector de que la compasión como virtud es un asunto complejo y difícil de estudiar.
En busca de la virtud que, en principio, acompaña a estos sentimientos y buenas obras, el autor somete a prueba a la misericordia -presente en los actos de solidaridad y de compasión- para valorar su rectitud, desinterés y generosidad. Y en este análisis descubre -aunque ya lo sabía- que los actos humanos no son puros, sino que el egoísmo, casi siempre, los envuelve con un fino papel de seda algunas veces y otras directamente con papel de estraza. Sin embargo, también este libro deja ver que la compasión se encuentra entre los primeros puestos en la escala de los sentimientos humanos. Y de ella afloran acciones que señalan con mayor claridad que otras la dignidad y el valor de las personas.
A pesar de la sospecha con la que arranca esta obra, el lector descubre de la mano de Arteta el verdadero rostro de la compasión, una identidad que se desvela en los últimos capítulos, como ocurre en los buenos relatos de intriga.
Carmen Riaza