EUNSA. Pamplona (1995). 126 págs. 1.000 ptas.
A lo largo de sesenta y dos breves capítulos, Miguel-Ángel Martí, como experto conocedor de la filosofía y la antropología, nos plantea el proyecto de aliviar las dificultades que la persona se encuentra en su faceta de socialización, a través de la aplicación práctica de virtudes humanas concretas. En el equilibrio en el uso de estas virtudes se encuentra el éxito de la convivencia. Sin embargo, antes de entrar a desgranar cada una de ellas, el autor analiza los elementos que construyen el concepto «convivencia»: la persona, el código ético, el lenguaje («convivir es hablar»), la urbanidad, etc,. Individualmente, estos elementos carecerían de sentido; pero la combinación de ciertas cualidades como el respeto, la amabilidad, la inteligencia, la comprensión, etc., aplicadas a los conceptos anteriores determina que todo, en conjunto, desarrolle plenamente la efectividad de la convivencia.
Sin embargo, no todo invita a relacionarse con los demás. Como contrapunto, hay defectos claramente dañinos, como la ironía, o instrumentos que convertirse en obstáculos para la convivencia, como la televisión. En estas ocasiones el autor prefiere descender al detalle para luego elevarse a la generalización filosófica; por ello, el lector tiene la sensación de ser aconsejado amablemente y no abrumado por unas normas rígidas y una casuística repetitiva.
Pocos libros sobre relaciones humanas logran despertar tanto optimismo; la convivencia bien vivida supone una luz para el hombre en su búsqueda de la felicidad con los medios a su alcance, porque su felicidad reside «en él mismo y desde él mismo en los otros y en el Otro».
Carlos Segade