Anagrama. Barcelona (1993). 192 págs. 1.700 ptas.
La corriente del golfo es el primer libro que publica Soledad Puértolas después de conseguir en 1992 el premio Anagrama de ensayo con La vida oculta. El libro lo componen diez relatos, escritos, como dice la autora en el prólogo, en «esa época de mi vida que va de novela a novela y que se caracteriza por una desasosegante sensación de dispersión, de vulnerabilidad e indefensión». Desde la publicación en 1983 de su anterior colección de cuentos, Una enfermedad moral, la crítica había visto en ella uno de los valores más sólidos de la narrativa breve española.
En Soledad Puértolas no hay grandes saltos entre la novela y el cuento. Los dos guardan muchas semejanzas estilísticas y argumentales. En La corriente del golfo vuelven a aparecer esos personajes desorientados, que vagan sin meta, con la obsesión de dilapidar las horas «en busca de una cortina de niebla delante de los ojos». Abundan en estos relatos personajes femeninos medio abandonados «por el destino», no por un amor. No ofrece Soledad Puértolas argumentos originales, ni desenlaces imprevisibles. Lo que predomina es un centro argumental, que se desenvuelve livianamente en un estilo intimista y psicológico, muy dado a las delicadas descripciones del alma. Sin embargo, tanta insistencia en la insatisfacción puede cansar, e incluso lleva a pensar que Puértolas está escribiendo siempre el mismo cuento, con matices distintos.
Hay relatos muy conseguidos, como el que da título al libro, El inventor del tetrabrik o El jardín de la señora Mussorgsky, verosímiles y no forzados. Otros son deliberadamente melancólicos: demasiadas «vidas tristes, sin metas ni utilidad». Pero en todos ellos, a pesar del sabor amargo que puedan dejar, se aprecia el sentido estilo característico de Soledad Puértolas, aquel que huye de lo barroco para entretenerse con soltura entre lo frágil y fragmentado.
Adolfo Torrecilla