Muchos escritores han intentado explicarse Auschwitz, hasta donde pudieron llegar mentes enfermas olvidadas de Dios y de todo sentimiento humano. Styron lo hace en su aclamada obra maestra, una novela seria, una tragedia con abundante acción y a la vez llena de ideas, en la línea del Lenguaje y silencio de Steiner o del Eichmann en Jerusalén de Harendt.
Stingo, escritor norteamericano, narra la vida de Sophie, una polaca no judía que sufrió confinamiento y que se siente culpable por no haber muerto gaseada como los demás. Treinta años más tarde, Stingo se siente preparado para contar cómo la conoció en el verano del 47. Coinciden en una casa de huéspedes de Brooklyn donde también vive Nathan, novio de ella. Sophie encuentra en el joven aspirante a escritor un amigo atento y vuelca en él sus confidencias. Con éstas y con sus reflexiones, se compone la novela.
La obra (publicada en 1976) avanza hilvanando tres fuentes: las confidencias de Sophie, los hechos de los que es testigo el narrador en ese verano y las reflexiones que ha hecho en los años posteriores. El conjunto está lleno de luces y sorpresas. Mientras se recompone en su cuerpo, el espíritu de Sophie no encuentra la paz: lo que ha vivido, sus acciones y algunas decisiones (especialmente una) la llenan de tinieblas. Oculta cosas a Nathan y otras a Stingo, con lo que la narración avanza y retrocede según el grado de sinceridad de Sophie. La verdad se va abriendo paso a trompicones obligando al lector, con Stingo, a revisar lo sabido hasta entonces. Por si el asunto no fuera suficientemente estremecedor, Styron (Virginia, 1925-2006) relaciona el exterminio judío con la esclavitud y el racismo norteamericano, estableciendo valientes y destructores paralelismos.
Stingo tiene en ese verano veinte años y dos obsesiones: ser escritor y dejar de ser virgen. Esto segundo ocupa páginas y páginas de la novela, con todo tipo de reflexiones y descripciones y detalles de sus actividades y de las de otros. Esto, junto al relato detallado de vejaciones físicas y sexuales en el campo, hacen desagradable con frecuencia la lectura de esta novela. La relación de Sophie y Nathan es explosiva y enfermiza, de una violencia psicológica espeluznante y una voracidad sexual descontrolada. Nathan es a ratos encantador y sumamente brillante, y en otros un drogadicto con brotes de sadismo. Sophie busca ahogar sus demonios en el alcohol y en una fogosa carnalidad. La novela transmite una tensión desbordada que hace avanzar al lector como a bofetadas, mezcladas con pasajes incluso humorísticos que relajan hasta el siguiente estallido. Todas las referencias a la fe (católica o judía) son superficiales y a veces ofensivas. La religión es considerada un refugio para débiles mentales.
Una obra densa y apasionada sobre el mal y el dolor, llena de energía, con un estilo profundo y poderoso, que puede conmocionar y a la vez llegar a ser sumamente desagradable.