Joël Dicker (Ginebra, 1985), hijo de una bibliotecaria y un profesor de francés, con diez años dirigió una revista sobre la naturaleza y a los diecinueve presentó a concurso un relato de tal calidad que el jurado pensó que era un plagio. Pero poco después, el relato recibió el Premio Internacional para Jóvenes Autores y fue publicado en una antología. En 2009, Dicker ofreció su primera novela, Los últimos días de nuestros padres, a varios editores, que la rechazaron; entonces la envió al Prix des Écrivains Genevois, y lo ganó. Fue el año siguiente, 2012, cuando saltó a la fama, con La verdad sobre el caso Harry Quebert, obra traducida a 33 idiomas y reconocida con el Gran Premio de la Academia Francesa. Le siguió El Libro de los Baltimore en 2015, y ahora aparece La desaparición de Stephanie Mailer, novela coral que aúna el thriller con un mosaico de subtramas que se desarrollan a través de dos planos temporales y una extensa galería de personajes.
La acción se inicia en el verano de 1994 en la pequeña ciudad veraniega de Orphea (Nueva York), donde está a punto de comenzar el Festival de Teatro. En una ciudad casi vacía saltan las alarmas cuando un vecino descubre que han asesinado a toda su familia. Dos jóvenes policías, Jesse Rosemberg y Derek Scott, resuelven el caso y capturan al asesino. Veinte años después, en 2014, la periodista Stephanie Mailer defiende firmemente que la policía cometió un error y que el acusado de la matanza no es el verdadero culpable; al día siguiente, Stephanie desaparece y poco después es encontrada muerta.
A partir de ese momento arranca una exhaustiva investigación que Dicker elabora con audacia e ingenio: intercala secuencias que avanzan y retroceden en el tiempo, siembra señales de intriga y edifica una estructura a base de capítulos breves, cada uno narrado en primera persona por uno de los personajes, todos muy bien diseñados, entre los que destacan un crítico literario, el enigmático alcalde de Orphea, el director de un periódico y los dos detectives. Su autor entrelaza los elementos propios del thriller con retazos de historias humanas: problemas profesionales, conflictos amorosos o de infidelidad matrimonial, acoso hasta provocar el suicidio, conductas tangenciales respecto al núcleo argumental que se muestran simplemente insinuadas. Joël Dicker cruza trayectorias y puntos de vista, por lo que el resultado es una novela poliédrica.
La desaparición de Stephanie Mayer es un enigma del que se desvelan algunas pistas al lector, pero nada queda resuelto hasta el final. Resulta muy entretenida por su fluidez estilística y original construcción literaria.