Thomas Sowell, autor prolífico aunque poco traducido en España, analiza los resultados de la aplicación de políticas de discriminación positiva en Estados Unidos, Malasia, India, Sri Lanka y Nigeria. A través del análisis de la experiencia de estos países en distintos momentos de la historia, el autor defiende con datos empíricos el fracaso generalizado de este tipo de políticas en campos como el educativo o el empresarial.
Su conclusión es que la discriminación positiva no es un juego de suma cero, sino de resultado negativo en el que habitualmente el número de perjudicados supera al de beneficiados, e incluso produce en estos cierta sensación de frustración.
El resultado de tan distintas experiencias muestra que cuando se ha pretendido usar la ingeniería social, imponiendo soluciones igualitarias por decreto, se ha renunciado a solucionar las causas y no se han puesto más que parches para esconder el problema.
Por poner un ejemplo, al estudiar la situación de mujeres en puestos de responsabilidad y las diferencias de sus salarios con los hombres, señala que las medidas de discriminación positiva no han logrado resolver el problema, que depende de otra serie de circunstancias como: el incremento de la natalidad, el tipo de trabajos que desempeñan unos y otros, el riesgo, la continuidad y las posibilidades de quedarse desactualizada Estas serían las verdaderas causas que el Estado debería tratar de solucionar, facilitando la flexibilidad laboral suficiente para que hombres y mujeres puedan repartir su tiempo de forma razonable, o apoyando la maternidad.
El libro muestra además que este tipo de políticas provoca la creación artificial de nuevos grupos o la ampliación inverosímil de los mismos; son los grupos mejor situados los que más aprovechan la situación, mientras que los más necesitados no logran acceder a estos programas. La historia enseña que estas nuevas minorías, muchas veces artificiales, reivindican sus derechos colectivos, derechos de grupo, que acaban pasando por encima de los derechos fundamentales y terminan por amenazar la idea misma de mayoría.
Para Sowell la tentación más fuerte y más peligrosa es la de politizar la discriminación positiva, convertirla en una forma más de lograr votos. Los resultados, como muestran experiencias como la de Sri Lanka o Nigeria, pueden terminar siendo dramáticos. En España tenemos un ejemplo reciente en el establecimiento de esta discriminación positiva tanto en el campo de la representación política como en los consejos de administración. Ejemplos similares encontramos en otros sistemas jurídicos en los que han decidido reservar unas cuotas para determinadas minorías, como las de los indígenas.
Este libro es un buen ejemplo de que se pueden defender ideas sin separarse de los hechos ni esconderse en la retórica.
Rafael Rubio