La edad imperfecta

La edad imperfecta

EDITORIAL

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2021)

Nº PÁGINAS464 págs.

PRECIO PAPEL23 €

En octubre de 1536, Garcilaso de la Vega estaba postrado en Niza, después de haber sufrido una grave caída desde los muros de Le Muy, tratando de ejecutar un absurdo alarde de valentía que no buscaba otra cosa que afianzar el recientemente ganado favor del emperador Carlos V. Una piedra lanzada desde las almenas por los franceses sitiados había impactado en su escala, condenándole a una muerte ya inminente.

Carente de futuro, no le restaba sino volver la vista hacia su adolescencia: en 1517, el mismo monarca al que tanto se empeñaba en complacer se disponía a hacer su entrada en Castilla. Comienza así el primer volumen de una trilogía de novelas que promete recorrer la vida de Garcilaso, pero que por el momento queda interrumpida en julio de 1527, tras un torneo poético celebrado en el Palacio de Sotofermoso (Cáceres).

Estamos habituados a un género en el que los escenarios del pasado pueden aparecer pulcramente reconstruidos, pero donde los personajes actúan siguiendo costumbres y motivaciones modernas. Aquí, la nómina que inaugura el propio Garcilaso y que incluye al segundo duque de Alba, al embajador polaco Juan Dantisco o al humanista Baltasar de Castiglione, sin olvidar –entre muchos otros– a los propios soberanos, se mueve con una mentalidad de época que se nos presenta a la vez lejana y apasionante. El autor muestra con esto una meticulosa labor de documentación, que sobrepasa la obra del propio Garcilaso y de los principales historiadores del momento.

En la novela se combinan con bastante fluidez tres universos paralelos, que la dotan de un componente humanista poco cultivado en esta época nuestra de hiperespecialización. En primer lugar, el histórico, donde encontramos, quizás, una de las más fieles narraciones literarias de la revuelta de los comuneros, libre de las mitificaciones políticas que se han venido reproduciendo incesantemente desde el siglo XIX. También hallamos descripciones acertadas de un elenco de elementos que incluye la vestimenta, el sonido de los instrumentos o el recitado de poemas en veladas palaciegas restringidas a poetas iniciados. De hecho, el segundo lugar lo ocupa el plano literario, donde destaca tanto el humanismo italianizante del momento como el gusto por los clásicos grecolatinos, que Garcilaso cultivó luego a través de amistades y lecturas que componen un verdadero catálogo de la biblioteca ficticia de un poeta del siglo XVI.

En tercer lugar está el nivel romántico, donde el relato de la agitada trayectoria del poeta, comenzando por su relación con Guiomar Carrillo y terminando por su matrimonio con Elena de Zúñiga, intercalados con devaneos pasajeros, sobrepasa el terreno del amor galante renacentista para descender, en algún caso, a descripciones detalladas que conforman, quizás, la única concesión a los gustos de nuestro tiempo. Con todo, y a pesar de algunos desajustados cambios de ritmo que no hacen desmerecer el resultado global, se puede asegurar que la lectura de la novela se acaba con el deseo de ver publicada la segunda parte.

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