Conocido autor de novelas, relatos y libros de poesía, el mallorquín José Carlos Llop (1956) es también uno de los más importantes diaristas de la literatura española contemporánea. La escafandra es la quinta entrega de sus diarios, en esta ocasión correspondientes a los años 1998-2000, con el telón de fondo del fin de siglo y las masacres de la Guerra de Yugoslavia. Hay en estos nuevos diarios una continuidad temática y estilística con los anteriores; no podía ser de otra manera, pues de lo que se trata en estos textos es de contar su vida, no de inventar situaciones, anécdotas o grandes acontecimientos.
Lo que más llama la atención de los diaristas españoles actuales es la consideración del diario íntimo como un género literario. Para Llop el yo no es sólo un espacio autobiográfico sino “un lugar al que recurrimos para que ocurra la literatura”. Y este rasgo es común a otros escritores de diarios: Andrés Trapiello, José Luis García Martín, Jiménez Lozano, Sánchez Ostiz. Cada uno con sus manías, sus inquietudes, sus obsesiones… utilizan los sucesos de sus vidas para hacer literatura con la misma exigencia con la que se enfrentan a otros géneros. No es el diario, pues, una actividad secreta, oculta, un pozo donde van a parar los cotilleos inconfesables o el mundo subterráneo y secundario de los autores.
Lo que cuenta Llop, sin más, es su vida en marcha, llena de silencios, lecturas, conversaciones… Especial interés tienen en sus diarios las reflexiones sobre el paso del tiempo (cada año que pasa se siente más irónico y escéptico), su propia literatura, la escritura de artículos periodísticos, las relaciones con su mujer y con sus hijos, las impresiones que le suscitan algunas lecturas o efemérides o noticias que aparecen en los medios de comunicación…
El yo de Llop es amable, tranquilo, cercano. No hay en sus diarios grandes aspavientos ni busca de manera premeditada el comentario polémico, ni la disputa con los compañeros de profesión (temas que sí aparecen en otros autores). En los tres años de este volumen se aprecia también un proceso de depuración y eliminación para contar solamente aquello que puede tener una especial resonancia vital o literaria. Conviene advertir que en estos diarios no hay nada espectacular. Contienen la vida diaria, íntima, cotidiana de un escritor que vive de manera apasionada la vida y la literatura. Los diarios son una radiografía de su espíritu.