El catedrático y académico de la Historia Luis Suárez Fernández pasa revista al devenir de la llamada durante siglos Europa de las Cinco Naciones (Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y España), desde el hundimiento del Imperio Romano hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un ambicioso proyecto resultado de una larga vida dedicada a la docencia y la investigación.
El profesor Suárez considera que en Europa existe una base común de cultura, religión y política que ha perdurado a lo largo de dieciocho siglos. Como explica en el prólogo, fue San Beda el Venerable quien en el siglo VIII introdujo el término Europa para referirse al resultado de la fusión entre latinidad y germanismo, que se consolidó en la Universitas Christiana de las Cinco Naciones, enfrentadas por el sur y el oeste al avance musulmán. A lo largo de estas páginas se destaca la raigambre cristiana de Europa, repasando, entre otros acontecimientos, la paulatina evangelización de los pueblos germánicos tras la caída del Imperio Romano de Occidente.
Según el autor, la vieja Europa se fue forjando gracias también a la asimilación cristiana de la filosofía grecorromana y a la vertebración cultural llevada a cabo por el monacato y las universidades. Puede decirse, de ese modo, que la cultura común de los europeos está asentada sobre la herencia cristiana. Suárez señala algunas de las aportaciones más decisivas del cristianismo: por una parte, el reconocimiento de la dignidad del ser humano, su libre albedrío y su dependencia del Ser Supremo; por otro, la exigencia de que las leyes humanas respeten los preceptos divinos para salvaguardar y proteger los derechos de cada persona.
Las difíciles relaciones entre el Papado y el Sacro Imperio Romano Germánico fueron el preludio de nacimiento de las diversas monarquías y la aparición de los Estados. De esa forma, el profesor Suárez expone la transición europea a la Modernidad, una etapa convulsa por los sucesivos enfrentamientos: Reforma, Contrarreforma, absolutismo político. A partir de entonces Europa no ha conocido períodos de calma; por el contrario, ha continuado labrando su historia a golpe de revoluciones y guerras -revolución industrial y política en el XIX, las Guerras Mundiales en el XX-.
En un largo e interesante epílogo (de 45 páginas), Luis Suárez revisa las principales corrientes filosóficas e ideológicas del siglo pasado, indicando que “los motivos de reflexión para los historiadores deberán serlo también para los políticos”. Entre ellos destaca a Schumann, Adenauer y De Gasperi, católicos practicantes, que pusieron las bases de la actual Unión Europea sin que ello supusiera renunciar a las raíces culturales. En este sentido, las enseñanzas del Concilio Vaticano II han iluminado a quienes estaban decepcionados por el agotamiento y la falsedad de la ideología materialista y el consumismo. Por ello, sin olvidar el peso específico y el alcance de los medios de comunicación social, el autor concluye que la actitud “de raíz cristiana que impera en el patrimonio heredado por la cultura europea, posee valores más que suficientes para construir el proyecto futuro”.