La filial es la última novela del escritor ruso Serguéi Dovlátov (1941-1990); aparecida originalmente en 1989, ahora ha sido traducida al español. Como en las anteriores, Retiro, Oficio y Los nuestros, también en esta ocasión Dovlátov hace gala de una ironía y un sentido del humor que entronca con la larga tradición de escritores satíricos rusos como Gógol, Goncharov, Ilf y Petrov, Bábel o Voinóvich.
Perseguido por las autoridades soviéticas, que impidieron que pudiese publicar ninguna obra en la URSS, Dovlátov consiguió abandonar su país e instalarse en 1978 en Estados Unidos. Allí publicó relatos en las principales revistas de momento y sus libros consiguieron prestigio y popularidad. En sus años americanos, trabajó en la radio y colaboró en diferentes publicaciones rusas.
Las novelas de Dovlátov se apoyan siempre en episodios de su vida, aunque luego los transforma completamente con ingredientes de ficción. Es lo que sucede en La filial. La novela tiene dos líneas narrativas. Por un lado, la asistencia del escritor a un simposio sobre “La nueva Rusia, versiones y alternativas”, que se celebró en 1981 en Los Ángeles. Por otro, el reencuentro en ese congreso con Asia Pekuróvskaya (Tasia en la novela), su amor de juventud, con la que estuvo casado durante diez años. A partir de ese suceso real, Dovlátov (Dalmátov en la novela) inventa numerosos episodios y personajes que se presentan casi como reales.
Sobre su asistencia al congreso, sus comentarios suelen ser sarcásticos y corrosivos. En un apéndice, Tania Mikhelson, que ha trabajado en la traducción, explica quiénes se esconden detrás de los personajes de la novela, todos ellos reconocibles y famosos intelectuales del mundo de la política y de la cultura de la URSS en el exilio. Dovlátov describe intervenciones disparatadas, individuos extravagantes, discursos surrealistas, con esa tendencia hacia la comedida y la caricatura típica de sus escritos.
A la vez, el reencuentro que tiene con Tasia le lleva a recordar una parte importante de su vida. “He ahí mi juventud”, se dice un Dalmátov casado, con dos hijos y una vida entregada a su familia y a su trabajo. Pero los años de convivencia con Tasia, en Leningrado, cuando estaba estudiando en la universidad y practicaba el boxeo, fueron para él una ruina. Incluso fue expulsado de las aulas por su bajo rendimiento. Obsesionado con ella, los celos le consumen y su vida gira únicamente en torno a la relación que mantienen, a pesar de su carácter inconstante y sus volubles caprichos. Aunque se separaron veinte años antes, Tasia sigue igual, de modo que durante el congreso la vida de Dalmátov vuelve a convertirse en un imprevisible carrusel.
Con un estilo diáfano, sencillo y directo, Dovlátov, siempre en primera persona, va al grano, transformando con mucha ironía lo irracional en verosímil y la realidad que le rodea en un conjunto de experiencias absurdas.