Resulta interesante este libro, sobre todo porque propone una certera crítica a la filosofía heideggeriana, sin prestar atención a ese hombre -polémico y enigmático- que se esconde detrás de una de las obras más importantes de la historia de la filosofía, Ser y tiempo. Y conviene dar a conocer estos opúsculos -junto al análisis del libro principal de Heidegger, se repasa también la interpretación que éste hace Kant y su texto Sobre el fundamento– porque en ellos comparece lo que, según la filósofa canonizada, ha de ser la filosofía perenne.
Lejos de análisis como el de Víctor Farías, que lleva décadas desmontando la vida y la obra de Heidegger para encontrar cualquier resabio nazi, y lejos también de una crítica que no supo comprender en su momento la relevancia del análisis existencial, Edith Stein sitúa perfectamente el discurso heideggeriano, sin mitigar sus inconvenientes, pero reconociendo también sus logros.
Heidegger se había presentado como el heredero de la tradición fenomenológica, pero los discípulos más fieles de Husserl, como Stein o Ingarden, supieron pronto que su filosofía tomaba derroteros distintos de los marcados por el maestro. Hubo algún que otro desencuentro personal, pero Stein supo retar a Heidegger en el terreno adecuado: desvelando que en su prosa árida pero en cierto sentido también mística se ocultaba una concepción cerrada y claustrofóbica de la vida humana, un universo solipsista e inane que abocaba a discurrir sobre la nada.
Podrá discutirse si Ser y tiempo es algo más que una logomaquia, pero lo cierto es que, como atinadamente sugiere Stein, cualquier forma de filosofía que pretenda pensar el presente no puede proponerse sin tenerlo en cuenta. Y eso es, precisamente, lo que hace la pensadora y santa de origen judío: pensar con Heidegger, lo que no quiere decir, evidentemente, de acuerdo con él. Antes de que sus biógrafos subrayaran la ruptura de Heidegger con el catolicismo como un momento decisivo de su biografía intelectual, Edith Stein criticó el desprecio de su pensamiento por la filosofía medieval. En uno y en otro caso, las circunstancias vitales se entrecruzan en sus especulaciones: mientras Stein mantenía un acercamiento a la metafísica de la Edad Media, descubriendo su riqueza conceptual e intentando una simbiosis con el método fenomenológico, Heidegger soslayaba su importancia en la reflexión sobre el ser.
Pero este pequeño ensayo sirve también para juzgar la categoría filosófica de Santa Teresa Benedicta de la Cruz. Si Heidegger fue experto en el arte de la interpretación sobre la interpretación, en el arte de la relectura, y sucumbió a cierta megalomanía, el silencioso trabajo de la discípula de Husserl alcanzó muy pronto una altura y precisión filosófica igual o mayor que la del filósofo mencionado.
A la ontología existencialista que señala el carácter finito del hombre y que, aunque busca el sentido del ser, se acaba estrellando en una nebulosa nihilista, Stein contrapone una visión de la persona humana sedienta de infinito. El ente, en definitiva, reclama el ser divino, como lo reclama la existencia del hombre. El carácter arrojado de la existencia, apunta Stein, necesita de un ser distinto de él que le arroje. Y donde Heidegger ve finitud, muerte, vacío, Stein, más optimista, descubre llamamientos a la plenitud.
Mucho de lo que hoy se piensa -desde Derrida hasta Lévinas, Ricoeur o el mismo Rorty- parte de Heidegger; de ahí que esta obra pueda resultar imprescindible para quien quiera comprender el trasfondo del panorama filosófico de hoy. Muchas veces sin ser explicitada, la influencia de Heidegger asoma como una fuente de sugerencias e interpretaciones.
La crítica de Ser y tiempo contenida en este breve ensayo es el núcleo de lo que, más tarde, desarrolla Edith Stein en Ser finito y ser eterno. Y también aparece, como de soslayo, algunas de sus intuiciones más originales sobre la persona, su corporeidad constituyente, etc. Es de admirar, en cualquier caso, la agudeza de sus críticas, la elegancia de sus objeciones y su marcado optimismo.
Muchas son las ideas que se contienen en las apenas cien páginas de que consta el ensayo. Para muchos, servirá de guía y ayuda para adentrarse en la prolijidad abstracta de Ser y tiempo. Otros descubrirán por qué se habla tanto de Heidegger y por qué su filosofía se presenta tan actual. A muchos les ayudará a adentrarse en la filosofía de la mística alemana. Para todos, constituye un ejemplo de lo que es el ejercicio filosófico y una interesante oportunidad para presenciar la disputa de dos gigantes del pensamiento.