Esta breve novela de Joseph Roth (1894-1939), que ahora se reedita, fue el último libro que publicó en vida, en 1939, y contiene muchas de las cualidades de su prosa y de su mundo literario, al que hay que sumar la presencia de algunos rasgos biográficos del autor.
En ella se cuenta un inesperado episodio de la vida de Andreas Kartak, de origen polaco, un vagabundo que vive en París, en los puentes del Sena, y que sale adelante gracias a la limosna. Minero como su padre, abandonó la Silesia polaca en busca de mejor futuro. Sin embargo, la desgracia se cruzó en su camino y pasó dos años en la cárcel por un homicidio. Tiempo después de recobrar la libertad, se encuentra alcoholizado y en la miseria.
Pero un encuentro fortuito, que él califica como milagro, transforma su vida. Un día, cuando comienza a pedir limosna, un hombre le comenta que se ha convertido al cristianismo después de leer la biografía de Santa Teresita de Lisieux y le presta 200 francos con la condición de que los devuelva al cepillo de la iglesia de Sainte Marie des Batignolles, donde hay una capilla dedicada a la santa.
A partir de ese momento, se cuentan los sucesivos intentos que hace Andreas para devolver el dinero –él es un hombre de honor y de palabra– y los continuos encuentros y casualidades que se cruzan en su camino para impedir que cumpla con su promesa. Los buenos sentimientos de Andreas se mezclan con la derrota, la debilidad y la fatalidad.
Roth escribe sin mucha retórica, yendo directamente al grano, contando las cosas a buen ritmo y velocidad, con sus dosis de ironía. Pero en pocas páginas crea un excelente personaje que conjuga los buenos deseos con el peso de la miserable realidad de su vida que se impone a su buena voluntad. Andreas no olvida en ningún momento que ha dado su palabra, hace lo posible por restituir el dinero, pero tampoco sabe decir que no a una antigua amistad, a un capricho, a un fugaz placer.