Periodista, columnista, editora. Perfiladora y cronista. Leila Guerriero (Argentina, 1967) se ha convertido en uno de los principales referentes del periodismo y, en particular, del periodismo literario. En su libro más reciente sigue el mismo camino que ya recorrieron Una historia sencilla, Opus Gelber o Los suicidas del fin del mundo: el de escribir largo sobre lo que pocos ven y menos miran. Además, de entre los libros de Guerriero, este es tal vez en el que más asoma la propia autora.
Guerriero entrevistó durante dos años, de 2021 a 2023, a Silvia Labayru, antigua integrante del grupo armado de extracción peronista Montoneros. En diciembre de 1976, época en la que estaba en el sector de Inteligencia del grupo, con 20 años y embarazada de cinco meses, Labayru fue secuestrada por la dictadura militar de Videla y retenida en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), un centro de detención clandestino. Allí fue torturada, violada y esclavizada durante dos años, hasta 1978, año en el que fue liberada y en el que comenzó su segundo tormento, el del repudio social. Porque quien sobrevive, quien vuelve del infierno, es sospechoso de traición.
La llamada, como dice el subtítulo, es un retrato. Un perfil en el que Guerriero reproduce las conversaciones que mantuvo con Labayru, con sus antiguas parejas y con la actual, con sus amigos y con sus examigos, con sus compañeros de militancia y con todo aquel que estuviese dispuesto a hablar y ofrecer una nueva perspectiva sobre quién era y es Silvia Labayru. También sobre cómo se vivía en aquellas instalaciones y cómo fue el después.
Con retazos de conversaciones, transcripciones de testimonios judiciales, telegramas, emails y poemas, Guerriero realiza un trabajo formidable al desgranar cada elemento y situarlo en el lugar exacto que le corresponde para construir un engranaje robusto con piezas sueltas. Un gran mosaico que, visto en conjunto, ofrece una imagen definida y equilibrada de la época, de las circunstancias y de la protagonista.
Con el foco tan puesto sobre una persona como exige un perfil periodístico, Guerriero esquiva la tentación de presentar una imagen amable de quien fue víctima de atrocidades. Describe minuciosamente qué viste, qué dice, cómo se mueve, sus incongruencias, sus olvidos, los lapsus mentales. Un factor a destacar es cómo maneja con mucho acierto la “temperatura” del texto. Cuando empezamos a percibir que se desliza hacia el afecto, que el texto está alcanzando una creciente simpatía por Silvia, Leila vira en la dirección contraria y nos presenta con un testimonio, una imagen o una duda que sirve de contrapeso. Que reduce la calidez hasta hacernos ver que solo estamos arañando la superficie de quién es y quién pretende ser Labayru: una mujer con muchas luces, pero también con sombras y contradicciones. Con aristas y matices.
La llamada es un libro sobre el secuestro y el amor. Sobre la ESMA y la justificación de los medios. Sobre el miedo y el placer. Sobre la amistad y el abandono. Sobre el consentimiento y el abuso. Sobre la violación como crimen específico. Sobre ser un traidor y ser un héroe. Sobre la tortura y cómo vivir tras ella. Sobre aquello en lo que ya no se cree, pero por lo que casi se da la vida.
“Hay una pregunta que me hacen siempre: ‘¿Por qué elige las historias, con qué criterio?’. Quizás con el peor de todos. Una abstrusa y soberbia necesidad de complicarse la vida y, al final, vencer. O no.”
Es un libro que zarandea al lector, sus prejuicios, los de la sociedad. Un perfil de la actitud y el comportamiento que puede llegar a adoptar el ser humano en situaciones inhumanas. Un trabajo periodístico y literario enorme.