La lluvia del tiempo

Antonio Prieto

GÉNERO

Seix Barral. Barcelona (1998). 221 págs. 2.300 ptas.

En su novela El ciego de Quíos, Antonio Prieto trasladaba al lector a la época de Homero con una excelente recreación en torno al nacimiento de la palabra como objeto artístico. En La lluvia del tiempo indaga sobre el papel de la memoria, de la imaginación y del paso del tiempo a través de la figura de don Alonso -nombre con intencionadas resonancias quijotescas-, un jubilado que vive solo en Madrid y pasa algunas temporadas en Roquetas, en la costa de Almería. La novela tiene también su parte de intriga que no se resuelve hasta el final.

Se trata de una narración de contrastes. De una parte, la actualidad más reciente, puesto que hay abundantes referencias a hechos sucedidos en 1997 y 1998, con especial hincapié en noticias relacionadas con el fútbol y con las páginas de sucesos. De otra, la imaginación de don Alonso, hombre culto, que divaga entre esa realidad inmediata, bien encarnada por algunos de sus amigos y vecinos, y sus ensoñaciones, en las que la literatura y la historia -principalmente de las culturas clásica, renacentista y barroca- adquieren el vigor de algo tan real como el presente. Homero, Cervantes, la picaresca, la pintura italiana, conviven con una realidad más prosaica que el autor no termina de comprender porque le parece mucho más pobre y ramplona. Otro contraste es la zafiedad y el egoísmo que el protagonista advierte en ciertas conductas actuales (drogadicción, promiscuidad…), con su visión, quizá más clásica que cristiana, del amor y de la mujer, contraste que el autor trata con elegancia. Los personajes secundarios están bien conseguidos, en un tono de comprensión y de elogio de la amistad. También se denuncia la actitud egoísta, tantas veces enmascarada con eufemismos, con que la sociedad actual tiende a tratar a los ancianos.

Novela original, bien escrita, con muchas referencias y digresiones culturales, aunque no por afán de erudición, sino como crítica de una sociedad agarrotada por el consumismo, y como medio para resaltar el idealismo quijotesco del protagonista.

Luis Ramoneda

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