García Garrido, catedrático de Educación Comparada en la UNED, a lo largo de su vida ha ocupado diversos puestos en el mundo educativo, desde maestro hasta director del Instituto de Evaluación (entonces INCE), y su opinión es escuchada con respeto por aquellos que trabajan en este ámbito, tengan la adscripción política que tengan. Lo que, en un sector tan enfrentado, no es decir poco. Además, García Garrido tiene la virtud de unir un vasto conocimiento en su materia con una claridad de exposición envidiable.
«La máquina de la educación» pretende ser un libro de divulgación de las características de nuestro sistema de enseñanza para legos en la materia, desde padres interesados en cómo funciona ese lugar donde dejan a sus hijos día tras día, al público en general perdido en la maraña legislativa (en cuatro años hemos visto en vigor tres leyes educativas superpuestas). Por ello, el libro es también una breve historia de nuestra enseñanza, al menos desde la Ley General de Educación de 1970.
El sistema empleado por García Garrido es el de plantear y responder a preguntas que el ciudadano medio se hace sobre la educación en España: «¿Diecisiete sistemas educativos?», «¿Una administración competente?», «¿Unos resultados insatisfactorios?» son algunos de los títulos de los capítulos, que son desarrollados por el autor con su habitual claridad de ideas, sentido crítico y luminosa exposición. Quien pretenda acercarse de nuevo -quizás desde los años de instituto- al sistema educativo no perderá el tiempo, y sin duda se sorprenderá de cómo han cambiado las cosas, e incluso podrá preguntarse si esta nueva escuela es tan confiable como la que recordaba.
Pero el libro admite un segundo nivel de lectura, el de aquellos que ya conocen bastante de nuestro sistema educativo. A este lector el libro no le descubrirá probablemente nada nuevo, pero sin duda le aclarará algunas ideas, le hará pensar de nuevo algunos temas y, sobre todo, le divertirá. Porque el enterado en la materia reconocerá inmediatamente a las personas y grupos que están detras de las descripciones y la ironía de la que el autor hace gala en el texto: quién encargó los informes sobre el sistema con intencionalidad política, qué sindicato copa las plazas de profesores en el exterior, o quién decía que separar a los alumnos a los 15 años era segregador o que la Prueba General de Bachillerato era una antigualla que no estaba presente en ningún país de Europa.
Desde luego, el libro es, quizás «sin querer queriendo», una obra de denuncia: porque todos los errores de nuestro sistema son puestos encima de la mesa y analizados: la falta de apoyo a las familias, la despreocupación de la sociedad por la educación, la utilización política de la educación por parte de los nacionalismos, la comprensividad tardía de la Logse, la desmotivación del profesorado, el vaciamiento de competencias educativas del Estado en la LOE, la inflación de cargos públicos y de funcionarios no docentes en las administraciones educativas (central y autonómicas), la inoperancia de los mecanismos y departamentos del Ministerio de Educación encargados de la cohesión del sistema, el velo político sobre los datos de nuestra educación, el papel de los conciertos, los mediocres resultados del sistema o los errores fundamentales de la Logse.
Si hay que poner algún pero, sería el de los numerosos errores en las fechas, que pueden llevar a confusión a los lectores menos avezados, y que sin duda serán corregidos en las siguientes ediciones.
José Manuel Lacasa