Alba publica, con una nueva traducción y una edición muy cuidada, la que quizás sea la obra más famosa de Joseph Roth (1897-1939). En sus libros se encuentran los grandes temas de la literatura centroeuropea. En su caso, además, hay que sumar la nostalgia del Imperio Austrohúngaro; la amenaza de los totalitarismos nazi y soviético, que intuyó en sus escritos, y la dolorosa emigración de los judíos de la Europa central a Occidente, que sufrió él mismo.
Cuando publicó La Marcha Radetzky, en 1932, Roth era un escritor consagrado. En ella, el punto de partida es un hecho sucedido en la batalla de Solferino (1859), en la que el joven teniente Trotta salva la vida del emperador Francisco José. En reconocimiento a estos hechos, fue nombrado barón, y desde entonces esta leyenda le ha hecho famoso a él y a todo su linaje.
Roth cuenta cómo aquella historia le cambió la vida al barón Trotta, aunque él no está satisfecho con algunas interpretaciones. La novela centra su atención en el barón, pero también se cuenta la historia de su hijo, a quien el padre impidió ser militar, y la de su nieto, quien sí pudo ingresar en la academia militar en el mismo cuerpo que su abuelo, la caballería. Roth continuó la historia de la familia Trotta en su novela La cripta de los capuchinos, de 1938.
Los mejores rasgos narrativos de Roth salen a relucir en esta novela. En primer lugar, su facilidad para la narración directa, sin oropeles, con una eficaz sobriedad; luego, la espléndida ambientación con la que sintetiza toda una época que se disolvió durante la Gran Guerra, lo que afectó de manera determinante a Roth, siempre nostálgico del Imperio Austrohúngaro.