Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona (1999). 116 págs. 1.600 ptas.
Javier Moro es un periodista a quien el lector español puede reconocer por sus anteriores libros: Senderos de libertad, Las montañas de Buda y quizá por el más conocido, El pie de Jaipur. Aunque el título de este nuevo libro pueda dar la impresión de que estamos frente a un breve ensayo de teoría económica, lo cierto es que Moro ha sabido darle un sabor de crónica periodística que facilita la lectura de un texto decidido a recorrer los aspectos más significativos de las sociedades que en Occidente conocemos como Tercer Mundo. Hay que destacar también la inclusión a modo de prólogo de una entrevista de Eduardo Punset, director de esta colección, con otro gran divulgador de la situación de la India, Dominique Lapierre, autor entre otras obras, de La ciudad de la alegría. Este diálogo, que no tiene desperdicio, centra el resto del análisis de Moro.
Decir que este libro trata de la pobreza es quedarse corto; trata de la miseria, de esa situación en la que viven millones de personas porque la prostitución, la falta de tierra que cultivar o la esclavitud encubierta les mantiene en ese estado. Las burocracias gobernantes no les aportan soluciones sino que, la mayoría de las veces, se convierten en un obstáculo para la ayuda exterior y para el progreso interior. Esta es la grave denuncia que Javier Moro describe con datos reales y ejemplos concretos. Los hechos que narra son muestras del sufrimiento de muchos que tratan de sobrevivir y no pueden ni saben mejorar su situación. La trascendencia de estas agresiones van más allá del puro ataque a la integridad física de un grupo de personas y pasa por la destrucción del entorno natural. Se han planificado inversiones de millones de dólares en proyectos de infraestructuras que al cabo del tiempo se abandonan con resultados desastrosos tanto para el medio ambiente como para los seres humanos. La miseria es consecuencia de un deficiente sistema de salud, de la aglomeración en grandes urbes, de la ineficacia de los gobiernos y de la mala administración de las ayudas que proyectan las instituciones financieras transnacionales.
Sin embargo, una de las conclusiones más importantes de La mundialización de la pobreza es que la solución, aparte de los temas puramente técnicos, pasa por una recuperación moral de todos los implicados, sin la cual los esfuerzos para crear una base sólida para el progreso pueden resultar vanos.
Carlos Segade