Alianza. Madrid (1995). 388 págs. 2.800 ptas.
Se publica la tercera parte de las memorias del escritor Rafael Cansinos-Assens (1883-1964), una de las figuras más representativas de la literatura española de la primera mitad de siglo. Cansinos fue novelista, poeta, crítico literario, periodista y traductor, además de impulsor de movimientos literarios y maestro de escritores noveles; sin embargo, en ninguna de estas facetas consiguió Cansinos una fama que le permitiese ocupar un lugar destacado en la literatura de esos mismos años que describe con tanto talento. A pesar de su calidad literaria, y de ser reconocido como maestro de muchos escritores más famosos, Borges entre ellos, sobre Cansinos recayó un implacable olvido, que está siendo mitigado gracias a la publicación de estas memorias, escritas desde la perspectiva de testigo y cronista de los hechos.
El primer volumen de La novela de un literato comprende los años 1882 a 1914: comienza con la llegada a Madrid y su proceso de iniciación en la literatura y el periodismo. Cansinos conoce a los escritores más importantes de la cultura madrileña de fin de siglo y se siente fascinado por los nuevos aires modernistas. El segundo volumen, editado hace ahora diez años, describe la vida literaria madrileña desde 1914 hasta 1923. La desaparición del modernismo y la eclosión de los tímidos vanguardismos españoles -Cansinos fue uno de los inspiradores del Ultraísmo- definen estos años apasionantes. Esta tercera entrega se centra en la dictadura de Primo de Rivera, el periodo del general Berenguer y el advenimiento de la Segunda República. Las memorias concluyen el mismo día en que se inicia la guerra civil.
La actitud cansada de Cansinos es la misma en este tercer volumen, en el que los protagonistas siguen siendo esos pícaros, desharrapados y fugaces escritores, ya en clara decadencia, que constituían la bohemia/golfemia madrileña. Cansinos sabe captar el ambiente de las tertulias literarias, de las editoriales y de las redacciones de los periódicos. Sus memorias, lo más perdurable de una irregular trayectoria literaria, son una cita inevitable para todos aquellos que quieran conocer con precisión a los protagonistas -las figuras y los segundones- del mundo cultural menos brillante del Madrid de entonces. Rafael Cansinos ha sabido captar, como nadie, la caída en la miseria de muchos escritores que aspiraban a ser inmortales y que tuvieron que conformarse con el sablazo como peculiar medio de expresión.
Adolfo Torrecilla