Alice McDermott (Nueva York, 1953) suele ambientar sus novelas en el barrio neoyorquino de Brooklyn durante el siglo XX, fijando su atención en las familias irlandesas que allí se instalaron. Ahí transcurre, por ejemplo, la última de sus novelas publicadas, Alguien (2013), y también otras traducidas al castellano hace años como En bodas y entierros (1992) y Un hombre con encanto (1998). McDermott ha conseguido el National Book Award y ha sido finalista del Premio Pulitzer en varias ocasiones.
En La novena hora insiste en la misma ambientación y con unos protagonistas que, como en Alguien, proceden del estrato medio y bajo de la sociedad. La novela tiene un comienzo duro, con el suicidio de Jim, el marido de la joven Annie, que acaba de quedarse embarazada. Annie debe seguir adelante y lo hace gracias a la ayuda de unas monjas del barrio que se dedican a cuidar enfermos y atender a personas mayores y viudas. Así, consigue un trabajo en el convento, en la lavandería, donde comparte las preocupaciones y actividades de unas monjas aguerridas que proporcionan cariño, comprensión y cuidados a un conjunto de personas que viven en los márgenes de la sociedad.
Sally, la niña, crece en este clima de religiosidad y de entrega a los demás. La actividad de las monjas queda muy bien reflejada en la novela, lo mismo que el diferente carácter de cada una de ellas y la relación que mantienen con Annie y con Sally. Cuando llega la adolescencia, Sally, muy unida a su madre y a la vida de las monjas, tiene que plantearse su futuro.
El retrato que hace la autora de estos personajes es cordial, sin ocultar los sacrificios y los duros momentos por los que tienen que pasar. La actividad de las monjas le sirve también para describir la vida en Brooklyn de familias desarraigadas, con problemas, donde se ha instalado la enfermedad y donde nada es fácil, tampoco en el terreno moral. A pesar de todo, las monjas aportan humanidad y esperanza a situaciones tristes y complicadas.
La novela está contada por uno de los hijos de la tercera generación, que recuerda la vida de sus abuelos y de sus padres. Quizás la elección del narrador no haya sido la más acertada, pues aleja el relato de los hechos sin aportar ningún matiz, y complica además el seguimiento de la novela, que a veces se desvía hacia escenas e historias que no encajan con la trama central: la vida aparentemente ingenua de Sally y su dependiente relación con su madre.