Seix Barral. Barcelona (1999). 157 págs. 1.600 ptas.
Rodrigo Rey Rosa (1958) es uno de los escritores más singulares de la actual literatura guatemalteca. Dentro de su producción novelística cabe mencionar Lo que soñó Sebastián y El cojo bueno. En su anterior libro, la colección de relatos Ningún lugar sagrado (1998), daba muestras de una desbordante imaginación y del uso de un lenguaje muy sobrio y directo.
En La orilla africana, Rey Rosa hace un retrato velado de la ciudad de Tánger. Para ello se sirve de dos perspectivas: la de un muchacho marroquí que ayuda al paso de emigrantes ilegales hacia Europa, y la de un joven colombiano que se encuentra en Marruecos temporalmente. Ofrece así dos miradas, distintas en todos los aspectos, y cuyo único punto en común es la existencia de una simbólica lechuza que cruza por sus vidas. El autor demuestra el conocimiento de una tierra en la que vivió varios años; sin embargo, lo hace esta vez con una historia que no acaba de llegar al lector por falta de sustancia.
Los episodios, bien descritos, se revelan en conjunto como una gran anécdota, a veces demasiado leve y otras arbitraria. Así, el libro, que se lee de un tirón gracias a la escritura sin aderezos, acaba por resentirse de esta falta de vigor y, a la postre, demuestra que Rey Rosa se mueve mejor en el relato corto.
Pablo de Santiago