Se publican en un solo volumen las dos mejores novelas de George MacDonald (1824-1905), que ya habían aparecido de manera independiente en la misma editorial. Se trata de una de las joyas de la literatura infantil y juvenil anglosajonas. Durante la época victoriana, su autor fue uno de los más representativos del género, junto con su amigo Lewis Carroll. Por la influencia que tuvo en Tolkien y C.S. Lewis, también ha sido considerado el “padre de la fantasía moderna”.
El argumento de La princesa y los trasgos, publicada en 1872 y traducida en esta edición por Carmen Martín Gaite, está en la línea de los relatos fantásticos en los que los humanos viven bajo la amenaza de la invasión de otra especie, en este caso los trasgos, una raza infrahumana y maléfica. La princesa Irene, una niña de ocho años, y el joven minero Curdie se verán envueltos en un cúmulo de aventuras peligrosas, tras las que siempre se vislumbra la sombra de los trasgos.
La historia continua en La princesa y Curdie. En esta novela, el joven minero ve personalmente a la misma vieja señora que les había ayudado en el pasado, y ella concede a Curdie un don especial para que pueda desempeñar una misión: conjurar la gran amenaza que se cierne sobre la princesa Irene y su padre, el viejo rey.
Como es habitual en estos relatos, dos lugares centran la atención: un castillo donde moran algunos personajes fantásticos, y la montaña, en la que trabajan los mineros y los trasgos. En la obra se mezcla sabiamente la intriga con los buenos sentimientos; sin embargo, a veces la narración deriva hacia lo tierno e infantil.
Para la crítica, La princesa y los trasgos es quizá la mejor de las novelas de MacDonald. La princesa y Curdie tiene la misma calidad en las descripciones, diálogos igualmente inteligentes, un hilo argumental directo que atrapa y escenas de gran intensidad, pero tiene menos encanto que la primera, debido a la mayor preponderancia de lo fantástico-inexplicable sobre lo aventurero, y también a su coda final, pesimista, que refleja esa desconfianza en la naturaleza humana que fue acentuándose a lo largo de la vida del autor.