Con su novela El legado del Rey Tsongor, Laurent Gaudé (París, 1972) obtuvo el Premio Goncourt des Licéens 2002, que eligen los estudiantes preuniversitarios. Después publicó El sol de los Scorta, con el que consiguió los más prestigiosos premios franceses, el Goncourt y el Jean Giono. Su siguiente novela publicada en España, Eldorado, no tuvo ni la calidad ni la repercusión de las anteriores.
La puerta de los infiernos es una alegoría en la que se conjuga el mito clásico de la relación entre los vivos y los muertos con una acción de thriller y una buena dosis de costumbrismo napolitano, donde también está muy presente el misterio que existe en torno a su legendario subsuelo. En la novela, los sentimientos familiares que se ponen a prueba, con ecos de tragedia griega y alguna pincelada lírica, transforman la narración en algo más que una historia fantástica sobre la visita al mundo de los muertos.
En un tiroteo callejero de bandas rivales, Pippo, un niño de seis años único hijo de Giuletta, limpiadora en un hotel, y Matteo, un taxista napolitano, recibe por mala suerte una herida mortal. Giulietta, destrozada y desesperada, pide a su marido de un modo irracional que le devuelva a su hijo o que al menos vengue su muerte; mientras, Matteo, deprimido, sólo se ve capaz de recorrer sin rumbo la ciudad con su taxi vacío. Sin embargo, todo cambia cuando en uno de sus recorridos en el taxi se encuentra en un café al estrafalario grupo humano que constituyen un viejo profesor, otro anciano y rarísimo párroco de aquella zona, una no menos extraña mujer y el propio dueño del bar, Garibaldo. En una de sus tertulias, salen a relucir misteriosos indicios que aseguran la existencia en el subsuelo de Nápoles de una puerta de entrada al mundo de los muertos; esa creencia desata la energía de la esperanza de Matteo que emprenderá una entretenida aventura fuera de lo normal.
