Anagrama. Barcelona (1999). 288 págs. 2.500 ptas.
En su juventud Mario estuvo idílicamente enamorado de Marta Berg, su vecina y la madre de su mejor amigo. Ya casado, vuelve a encontrarse con ella por casualidad después de muchos años y recuerdan algunos momentos de cuando él era adolescente. Entre los dos se establece una extraña e intensa relación amistosa, que les sirve para repasar su vida y buscar una explicación a sus actos.
Al igual que otras novelas de Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947), el tratamiento psicológico de los personajes va apoderándose de la mínima trama. Sin embargo, las situaciones y los ingredientes de La señora Berg aparecen desangelados, sin vida, víctimas de un argumento excesivamente literario y cinematográfico, con personajes hieráticos que sueltan frases profundas porque se sienten interesantes. Los problemas que quería plantear Soledad Puértolas acaban diluyéndose en una novela plana, tanto en su entramado psicológico como en su tratamiento estilístico.
Adolfo Torrecilla