La tercera novela de María Dueñas (Puertollano, 1964) viene arropada por una gran campaña de marketing. La primera edición ha salido con 500.000 ejemplares, cifra que demuestra las altas expectativas que la editorial Planeta tiene en esta autora. Su primera novela, El tiempo entre costuras, consiguió unas inesperadas ventas millonarias, fue traducida a 25 idiomas, y dio lugar a una serie televisiva, lo que de alguna manera hizo que su segunda novela, Misión Olvido, de menor calidad, quedase relegada a un segundo plano.
Los mismos recursos que la autora ha empleado en sus obras anteriores, basados en la novela realista y de aventuras, y en las técnicas del best-seller, vuelven a repetirse en esta. La acción está ambientada en México, Cuba, Jerez de la Frontera y Cádiz en los años sesenta del siglo XIX, cuando México era ya independiente, Estados Unidos estaba sumergido en su Guerra de Secesión, y Cuba seguía dependiendo de España.
La novela comienza cuando su protagonista Mauro Larrea, un potentado español que ha hecho fortuna explotando minas mexicanas, recibe la noticia de que se ha arruinado por completo. Mauro, cerca ya de la cincuentena, viudo desde hace muchos años, decide trasladarse a Cuba con el fin de iniciar nuevos negocios, aunque lleva consigo el lastre de las deudas.
En Cuba se ve envuelto en varias tentativas de negocios turbios que le propone Carola Gorostiza, una mexicana instalada en Cuba, casada con el español Gustavo Zayas. Mauro se ve involucrado en una turbia historia con un trasfondo familiar que se le escapa. Al final, se hace con unas casas y unas fincas en España, de la familia Zayas, que piensa que pueden ser la solución a sus numerosas deudas.
La tercera parte de la novela cuenta su estancia en Cádiz y en Jerez para conocer la finca de La Templanza que ha recibido en propiedad. Mientras hace las gestiones para vender la casa, entra en contacto con Soledad Montalvo, uno de los pocos miembros que quedan de la familia Zayas, vinculada a la saga familiar de La Templanza y que ha regresado a su antigua casa con su marido, un negociante de vinos inglés. La relación con Sol le lleva a tomar una serie de decisiones en las que están en juego su futuro, el de Sol y su familia, y el de la finca La Templanza.
La autora centra todo el interés de la novela en las vicisitudes que vive Mauro, un personaje descreído que encarna las virtudes más positivas de los indianos. Mauro es una persona de carácter, emprendedor, sacrificado, que acepta el reto de su ruina. No arroja la toalla y está decidido a seguir luchando por su vida y la de sus hijos. Por eso viaja a Cuba para reemprender sus negocios y por eso se traslada a España, deseoso de recuperar en su tierra la suerte empresarial que le ha faltado en los últimos años. Conocer a Sol trastoca sus planes y altera su visión de las cosas y hasta de su futuro.
María Dueñas ha escrito una novela pulcra, con unos ingredientes sacados de la novela histórica y de la novela de aventuras. Se ha documentado también de manera correcta (el ambiente burgués de México y Cuba, la vida bodeguera de Jerez…), aunque sus preocupaciones literarias están más en la línea de los sentimientos que del realismo detallado de la historia social.
A pesar de su correcta factura, estamos ante una novela un poco de laboratorio, con unos ingredientes cómodos (aventura, pasión, dramas familiares…). Esta sencillez estilística y estructural, con enredos sinuosos pero previsibles, se traslada también al estilo, realista y natural, sin grandes alardes; al ritmo, muy cinematográfico, aunque con demasiados flash-backs; y a un argumento un tanto de folletín que abusa, además, de las rocambolescas historias del pasado para explicar el laberíntico presente que determina la vida de Mauro Larrea.