La ciencia desde el asombro y la belleza de lo desconocido es el subtítulo de este libro, y esas palabras describen perfectamente la clave de interpretación de este ensayo, tan extraño como interesante. Su autor, Mario Viciosa, cuenta con un amplio currículum en el ámbito de la comunicación. En la actualidad, es responsable de ciencia en Newtral y en El Objetivo de La Sexta. También colabora en la sección de ciencia de El Mundo.
El título, Las ballenas cantan jazz, es un guiño al lector interesado en introducirse en algunos secretos de la ciencia a través de un relato. Bob es un habitante de la tierra que envía misivas electrónicas a Alice, una hipotética extraterrestre de existencia incierta y potencial receptora de esas comunicaciones. Cada envío se realiza en forma de carta, en la que de un modo peculiar se relata algún aspecto científico, habitualmente fundamentado en algún avance o descubrimiento sorprendente y moderno. El corpus de envíos sigue el patrón diseñado por Carl Sagan en 1977 para enviar al espacio con las sondas Voyager comunicaciones con música o datos, como las dimensiones y localización del sistema solar, distintas imágenes, la representación de un encefalograma humano, etc.
Metafóricamente, el libro en sí mismo es un conjunto de mensajes alojados en una botella espacial con la esperanza de que Alice, la extraterrestre, la encuentre y los descifre. En cada mensaje, Bob, el autor, construye un relato literario fresco y muy ameno, con un lenguaje desenfadado a la par que preciso, que tiene la estructura de una conversación informal en la que se van alternando temas de la vida corriente, pero que poco a poco le acercan hasta el problema científico que pretende describir. Así lleva al lector a disfrutar con las sorpresas escondidas y desveladas en la narración. El autor es un experto en música, saxofonista en su tiempo libre, y el texto está salpicado de sugerencias musicales.
Algunos temas tratados, elegidos entre los múltiples que se estudian en el libro, son, por ejemplo, el lenguaje de los cetáceos o la redefinición realizada hace pocos años del kilogramo. En el capítulo titulado “Los aviones no se pueden caer” se trata la flotabilidad de las alas del avión; en “La arena de la memoria” se aborda la fabricación de chips con el silicio de la arena, y “La Tierra pierde brillo” se ocupa del albedo terrestre y su influencia en el cambio climático.
El texto es muy claro y utiliza un lenguaje culto y ameno. Asimismo, está lleno de anécdotas y requiebros mentales que agilizan la lectura. No está destinado a quienes busquen profundidad científica o datos precisos, pero su contenido entretendrá a cualquier lector con gusto literario y curiosidad por el mundo que le rodea, además de brindarle una reflexión sobre el día a día en el hábitat terrestre. Una divertida introducción a algunos temas científicos.