Anagrama. Barcelona (2002). 158 págs. 10,98 €. Traducción: Josep Escué.
Georges Perec (1936-1982), conocido sobre todo por su monumental obra La vida instrucciones de uso, es uno de los autores más importantes de la narrativa francesa del siglo XX. Formó parte del grupo vanguardista OuLipo. Con Las cosas, su primera novela, publicada en 1965, ganó el premio Renaudot.
Las cosas no es estrictamente una novela de argumento. Pero esa falta de intriga no es un defecto sino más bien una deliberada carencia.
Los personajes principales, Jérôme y Sylvie, forman una pareja de estudiantes universitarios poseídos por la pasión de tener cosas. Las cosas, en su sentido más material, son las verdaderas protagonistas de la historia. En su relación con las cosas, las vidas de Jérôme y Sylvie acaban diluyéndose, alienándose, perdiéndose entre las corbatas, los muebles lujosos, ilusiones vagas de una sociedad que promueve la artificialidad y el afán de tener por encima del ser: «Millones de hombres lucharon antaño, e incluso luchan aún, por pan. Jérôme y Sylvie no creían que se pudiera luchar por divanes Chesterfield. Pero hubiera sido, no obstante, la única consigna que les habría movilizado».
Así, la falta de un argumento claro en la novela parece revelar que la vida de la pareja, perdida en las cosas, es vacía, insípida. No consiguen llenar de sentido unas vidas que previamente han llenado de cosas; y, por esa misma razón, se han perdido entre espejismos de figuración y apariencia social.
Las cosas es un libro ciertamente crítico con una sociedad, la de los años sesenta, cuyo materialismo se ha agudizado después. Además de la crítica al afán de posesión desmesurado, existen alusiones irónicas a gestos y ademanes propios de la cultura del bienestar: el periódico que se compra como símbolo de la propia identidad cultural, el afán por las encuestas y estadísticas como nueva fuente de verdad, el gusto refinado por la imagen, etc.
Quizá se estanca la novela demasiado en su función crítica, y Georges Perec no sabe -o no quiere- ir más allá y proponer soluciones. Pero, como crítica, Las cosas es muy ilustrativa de las carencias y limitaciones de un determinado sistema de vida.
Ángel Amador