Alvin y Heidi TofflerPlaza & Janés. Barcelona (1994). 388 págs. 2.450 ptas. Edición original: LittleBrown & Co.
Desde hace tres décadas Alvin Toffler nos alerta sobre el sentido de las mutaciones sociales. Le gusta presentarlas en forma de olas: grandes cambios que han marcado la historia del mundo. En este caso, aplica este concepto al modo de hacer la guerra, convencido de que los cambios de civilización determinan tanto el modo de producir riquezas como el de resolver los conflictos bélicos.
Con un esquema un tanto pretencioso, los Toffler distinguen en la evolución del mundo tres olas de cambios. La primera tuvo lugar hace diez mil años con la revolución agrícola. La segunda, hace tres siglos, con la revolución industrial. El modo de hacer la guerra en esta fase estaba también dominado por una lógica propia del sistema industrial: a las producciones en masa corresponden las destrucciones masivas; a la contratación de innumerables trabajadores, el servicio militar obligatorio y la movilización general; a los progresos en las empresas, la profesionalización de los ejércitos. Las armas nucleares y químicas o bacteriológicas serían las últimas armas de destrucción masiva, propias de esta segunda ola.
Pero ahora estamos ya en la tercera ola, en la que la base del desarrollo es el saber. La información y la «fuerza cerebral» sustituyen poco a poco al trabajo físico y a las materias primas, gracias a la informática, mientras que las nuevas tecnologías no apuntan ya a la fabricación en masa sino a la individualización de los productos. De acuerdo con el nuevo modo de trabajar, también en la guerra de la tercera ola las armas tendrán más de software que de fusiles, y el dominio del flujo de información -sobre todo, con la guerra electrónica- será más decisivo que las destrucciones físicas.
Estos cambios en el modo de hacer la guerra obligan, a su vez, a buscar una nueva estrategia para conservar la paz, y también en este aspecto los Toffler tienen algunas sugerencias que hacer. Pero lo difícil es encontrar criterios que sirvan para abordar conflictos tan distintos como los de la Guerra del Golfo, la ex Yugoslavia o Ruanda, que parecen pertenecer a tres distintas olas. Y es que la guerra no es sólo un fenómeno explicable por factores técnicos y económicos, sino sobre todo un fenómeno político. Y este aspecto está menos cuidado en la obra de los Toffler. En cualquier caso, el libro proporciona enfoques para pensar la guerra. Y del conocimiento de la guerra depende nuestra capacidad de evitarla.
Juan Domínguez
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