Novela singular. Se la puede calificar de asombrosa por ser la primera de su autor, que demuestra un talento poco común, y por lo que tiene de trabajo enciclopédico-posmoderno, aunque no tenga la coherencia constructiva de Jonathan Strange y el señor Norrell, ni el ingenio de La ciudad de los libros soñadores, por citar obras con las que se podría no comparar pero sí alinear. Habrá lectores, pocos, que la leerán con el entusiasmo de los adictos. Habrá otros, la mayoría, que, a las pocas páginas, pensarán que tienen delante una tontería cósmica. Y también habrá unos terceros que se asombrarán de que se pueda dedicar tantísimo trabajo y, en muchos sentidos, tan bien hecho, a un libro así.
El protagonista y narrador es un chico genial de doce …
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