Espasa Calpe. Madrid (1998). 372 págs. 2.700 ptas.
La trayectoria novelística de Manuel de Lope (1949) ha estado caracterizada por unas formas narrativas un tanto experimentales. Ahora, al filo de la madurez del medio siglo, ha dado con Las Perlas Peregrinas un radical giro, tanto argumental como estilístico.
Se trata de una novela de intriga, ambición y corrupción, como tantas otras que ya se han publicado antes, sobre todo en Estados Unidos. Desde la primera página queda claro que Lope no va a crear, sino a vender, y que prefiere entretener a ilustrar. Personajes tópicos, como el financiero que está por encima del bien y del mal, su hombre de confianza que no merece ninguna, el abogado sin escrúpulos aunque con buenos modales, y el homosexual intermediario de toda clase de trapicheos, animan unas situaciones repetidas hasta la saciedad.
La acción, bastante inverosímil, recurre a los habituales ingredientes del género (lujuria, violencia, mentira, etc.). En definitiva, más de lo mismo y dentro de las mismas limitaciones estéticas. Sólo cabe esperar que en Lope esto sea sólo un paréntesis.
Pilar de Cecilia