Seuil. Paris (2005). 662 págs. 25 €.
«La historia de las cruzadas está plagada de mitos, contradicciones y desafortunadas deformaciones». Es la primera frase del sensato fascículo que presenta una colección por entregas de vistosos caballeros de plomo (Altaya). Una pequeña muestra de una grande y justa fascinación. Dentro de aquel mundo, nada ha atraído más que los templarios, los caballeros monjes del Templo de Jerusalén. Toda la poesía del mundo medieval, todo el romanticismo de la caballería y todas las curiosidades esotéricas parecen concentrarse en ellos. Y no falta razón, aunque sean muchos los despropósitos que se escriben.
Alain Dumerger, emérito de la Universidad de París I (Panthéon-Sorbonne), es uno de los mayores especialistas en las órdenes medievales. Autor de 7 libros, entre los que destaca su historia general de los «Chevaliers du Christ». «Les ordres religieux militaires au Moyen Âge» (Seuil, 2002) y su biografía del último gran maestro del Temple, «Jacques de Molay. Le crépuscule des templiers » (Payot, 2002). Son trabajos serios y bien informados, con rigor histórico y amenidad.
Este nuevo libro sobre los templarios es, según el juicio de algunos medievalistas, el mejor estudio que se ha escrito. En realidad, procede de un estudio más antiguo, «Vie et mort de l’ordre du Temple» (1982), renovado casi completamente con los resultados de los últimos veinte años de investigación histórica y la experiencia de muchos años de estudio y docencia. Se puede decir que es la obra de su vida. Tras estudiar los orígenes y la regla y costumbres de la orden, recorre las fundaciones de los templarios (las encomiendas o señorías) y su influencia política y cultural. Para terminar con su triste caída y proceso; y 25 páginas de bibliografía seleccionada.
En castellano se han traducido otras obras muy interesantes y sólidas de grandes medievalistas franceses. Destaca el trabajo de Georges Bordonove, «Los templarios. Historia y tragedia» (Fondo de Cultura Económica, 1988; Fayard, 1977) y su más breve «La vida cotidiana de los templarios en el siglo XIII» (Temas de Hoy, 1989). Ambas reeditadas. Están llenas de noticias y documentos que pueden satisfacer el interés de los aficionados. También hay que recordar los trabajos de Régine Pernoud, «Los hombres de las cruzadas» (Swan, 1986) y el breve estudio recogido en «Elogio de la nueva milicia templaria: los templarios» (Siruela 2005), que acompaña la regla que hizo San Bernardo para la «milicia de Cristo». Es la regla fundacional y responde perfectamente al idealismo romántico y caballeresco cristiano. Pero para hacerle justicia, hay que situarse en la época. De allí el interés de los buenos estudios.
Juan Luis Lorda