Tusquets. Barcelona (1997). 93 págs. 1.400 ptas.
La poesía de Antonio Colinas va en busca de lo más profundo del hombre, lo que en este libro tiene numerosas connotaciones místicas, sobre todo de la poesía de San Juan de la Cruz. No se entiende esto como alejamiento de la realidad presente. Los poemas tienen a veces un fuerte tono de denuncia de la cultura dominante, en la que parece que no hay lugar para la contemplación, la belleza y la paz.
El arranque del libro -«Hoy comienzo a escribir como quien llora»- marca los dos sentidos de los poemas de Libro de la mansedumbre. Por un lado, un tono de plenitud. El poeta ha cumplido cincuenta años y descubre tantos bienes recibidos (la vida, el amor, la belleza), aun en medio de las dificultades y de los sufrimientos que acompañan a todo hombre. Se trata de poemas de corte biográfico recogidos en dos series: «Aunque es de noche» y «Manantial de la luz», en los que el poeta recrea los símbolos de la poesía mística, la contemplación de la naturaleza…
La otra perspectiva es de dolor por la situación del mundo, de indagación moral e histórica. Esto aparece sobre todo en la tercera parte del libro, formada por «La tumba negra», un único y largo poema en el que Colinas ofrece, tomando pie de un viaje a Leipzig, el contraste entre la música de los grandes compositores barrocos y románticos, sobre todo la de Bach, y los horrores de este siglo.
A pesar de todo, el final queda abierto a la esperanza de alcanzar la armonía tanto individual como colectiva. En el estilo, junto a la abundancia de símbolos tomados de la poesía mística, se nota una evolución hacia un lenguaje más contenido, más esencial, más desnudo, que el empleado en otros libros suyos.
Luis Ramoneda