Siruela. Madrid (1998). 256 págs. 2.500 ptas.
Es posible que los lectores recuerden de sus años de bachillerato la existencia de esas colecciones de cuentos ordenados alfabéticamente que los predicadores medievales utilizaban para amenizar las homilías; unas antologías que se llamaron exempla. La misma idea parece guiar este libro, tal y como expone su autor en el prólogo. Digo parece porque la verdadera filiación de los relatos de Atxaga es mucho más moderna y no hay que buscarla más allá de la literatura francesa de los años sesenta y de aquel grupo de originales escritores que se llamó OULIPO (Ouvrier de Littérature Potentielle: Taller Obrador de Literatura Potencial), entre los que se encontraban escritores de la talla de Raymond Queneau, Georges Pérec o Italo Calvino. Lista de locos y otros alfabetos es, hoy por hoy, uno de los más granados frutos de las técnicas de OULIPO para estimular la creatividad en lengua castellana. Una regla básica de este movimiento fue la creación a través de la dificultad, como el reto que asumió Pérec de publicar una novela sin la letra «e», la más frecuente en francés. Con los quince alfabetos de este volumen, Atxaga se muestra heredero de este movimiento: quince textos que van desde el cuento al ensayo o a la historia literaria bajo la forma de alegoría. Quince trabajos en los que ideas, situaciones y personajes aparecen por orden alfabético. Páginas que recorren desde el relato más o menos realista hasta la reflexión sobre la utilidad de la literatura como antidepresivo.
No todos los lectores compartirán las opiniones de Bernardo Atxaga, y es posible que algunos lamenten que ideas comunes, y hasta vulgares, sean expresadas con tanta creatividad. Pero todos se entretendrán con unas narraciones repletas de metaliteratura, ingenio y originalidad.
Rafael Díaz Riera