Mohammed Moulessehoul (1955) es un ex comandante del ejército argelino que vive actualmente en Francia. Bajo el seudónimo de Khadra lleva escritos unos veinte libros. Lo que el día debe a la noche no se cuenta entre los mejores. Las historias de Khadra están muy pegadas al terreno político-religioso-social del mundo árabe y musulmán, una especie de literatura testimonial que se fija en dramas personales para denunciar los atrasos y contradicciones de una civilización que se resiste a la modernidad. Sus libros son intensos y realistas, con valores (amistad, hospitalidad, valoración de la familia) y rémoras (violencias, extremismos, opresión de la mujer), apasionados y globalmente positivos.
En esta ocasión cuenta la historia de cuatro amigos argelinos, desde los años treinta hasta el presente. Younes, el protagonista principal, es adoptado por su tío y rescatado de la pobreza. Emilie irrumpirá en la vida de los cuatro jóvenes, los enamorará a todos y los enfrentará. A ninguno de los cinco hará feliz la resolución del conflicto. Paralelamente, se va desarrollando la historia de la independencia argelina.
Khadra se muestra menos contenido que en otras ocasiones y bordea el melodrama: terribles conflictos padres-hijos, ruinas y riquezas, promesas de amor eterno y traiciones, orgullos, envidias y venganzas, patriotismos y frialdades; todo resulta un poco extremo. Los protagonistas se enfrentan a preguntas importantes como el peso de la tradición, o el papel de Dios en sus vidas, o del destino, y no saben muy bien qué hacer con ellas.
El escritor argelino ha dejado el tema de la violencia terrorista y los escenarios de Afganistán, Palestina, Irak y Líbano para centrarse en la epopeya histórica de su propio país. Nacionalismo y colonialismo, en un nuevo capítulo de Occidente contra Oriente, son abordados de un modo meramente descriptivo, sin entrar en profundidades. Khadra ha dicho que “quería ofrecer a Argelia un Doctor Zhivago, un Lo que el viento se llevó”. No lo ha logrado. El conjunto es aceptable y sería injusto calificarlo de culebrón islámico, pero no es lo mejor que ha dado de sí este escritor.