Plaza & Janés. Barcelona (2002). 378 págs. 17 €.
La globalización hace que proliferen monografías destinadas a engrosar una, cada vez más, nutrida sección bibliotecaria. Nuria Almirón centra este ensayo periodístico en la controversia entre libertad ciudadana y autoridad de gobiernos y mercado. Para ello, analiza con detalle los entresijos e iconos del poder, público y privado, en el actual escenario global.
La nueva era, fruto de la revolución de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), muestra una incesante movilidad, frente a otras épocas pasadas caracterizadas por la continuidad de un determinado statu quo casi inamovible. Y es tal la fuerza y la influencia social de las nuevas tecnologías digitales que están gestando lo que la autora denomina una reorganización de los sistemas dominantes de poder. El mundo ya no tiene fronteras a efectos electrónicos. Las redes digitales superan las barreras aduaneras. El terreno físico y geográfico se ve anegado ante la creciente marea del ciberespacio. En la faz de este ciberplaneta sigue, por supuesto, acumulándose el poder, pero muchas de sus parcelas y porciones cambian de manos y de lugar.
El libro describe a los nuevos poderosos surgidos al amparo de las TIC, y repasa el proceso de adaptación a la nueva economía de quienes ostentaron poder en las sociedades industrial y postindustrial, mostrando quién ha salido indemne y quién ha sucumbido. Retrata, pues, a los amos que mandan en la sociedad de la información y el poder que tienen sobre nosotros. Aunque, como dice Almirón, la gran paradoja es que los amos del sistema no saben cómo controlarlo.
A pesar de que la autora no pretende hacer una obra de denuncia, se percibe cierto resabio de aquel izquierdismo de salón que fascinó en la década de los setenta, plasmado en argumentos de una evidente militancia anticapitalista: la globalización no es más que la siguiente fase evolutiva del capitalismo, o los mercados y los gobiernos han sido las grandes fuerzas de esta globalización, o la cultura dominante en el mundo, la capitalista liberal, es la dominante en Internet.
Estamos ante un texto bien trabado y con notable y contundente aportación de datos, en el que se pone al descubierto la gran farsa que se oculta bajo la expresión «sociedad de la información». Esta aparece como un sucedáneo de religión con el mercado como dios y cuyo mensaje de progreso y libertad queda enmascarado por la desigualdad social que propicia la pura y dura política ultraliberal.
Sin embargo, el libro carece de una sólida propuesta constructiva. Hay vagas referencias a una supuesta globalización alternativa a la dominante, pero la autora ni especifica sus fundamentos, ni identifica a sus defensores o máximos exponentes. Únicamente, utiliza una fórmula imprecisa: los movimientos antiglobalización, los cuales, lejos de suponer una verdadera opción, representan un talante más bien próximo a la revuelta callejera.
Lástima que la autora no haya atisbado, aunque solo sea por la curiosidad propia de todo profesional del periodismo, la reflexión que la doctrina social de la Iglesia está desarrollando ante el fenómeno de la globalización, para subordinar este imparable progreso tecnológico a los valores éticos de la solidaridad y del respeto a la dignidad humana.
Raúl Mayoral Benito