El austriaco Heimito von Doderer (1896-1966) comparte con otros grandes escritores del siglo XX el carácter épico de su novela y la novedad de las formas expositivas: entiende el azar como configurador de la personalidad, junto con las decisiones libres. En la ingente cantidad de páginas, en las que caben cientos de personajes que se entrelazan, Doderer quiere mostrar que “nuestro pasado siempre se teje liando una madeja incomprensible; cuando damos con ella, allí donde aparece, justo en ese punto se encuentra nuestro verdadero pasado. Esta madeja jamás depende de las relaciones que una vez fueron importantes para nosotros, las que constituyen su parte más representativa y evidente, aquella que sustenta nuestra historia vital. El verdadero pasado es, por así decirlo, de naturaleza periférica…, marginal diría yo”.
He transcrito este texto de Los demonios porque sintetiza la esencia de su novela y, por ello, el modo de entenderla y abordarla; y de observar cómo crea a sus personajes, los relaciona y los vincula.
Los demonios alberga a los Ruthmayr, amplia familia perteneciente a la antigua nobleza austrohúngara, y a los Schlaggenberg, uno de ellos oficial de caballería del antiguo ejército del Imperio; a un magiar y a Leonhard, que trabaja en la fábrica de correajes, estudia latín y se enamora de la hija del librero; al propio cronista de la novela, el jefe de sección Geyrenhoff, amigo del consejero de Cámara Levielle; al profesor de anatomía Storch, a la familia Trapp y a tantos otros.
Es decir, hace una crónica de la asombrosa y sencilla complejidad y trabazones de la vida. La vida en su amplitud, en sus casualidades, en los encuentros de tantos personajes que muestran un universo cargado de vitalidad, una Viena en la que asoma la modernidad. Ha sido criticado por esa amplitud que pretende recoger la anchurosa vida y, a la par, opino que éste es su mayor logro, seña de identidad de esta magna obra.
Los demonios ocupó veinticinco años a Heimito von Doderer. Novela épica, novela inmensa y polifónica en el estricto sentido de la palabra, llena de trivialidades y de reflexiones, de comicidad, trabajada con un lenguaje que la dota de conexión directa con la vida, con las nimiedades y con las grandes decisiones, con lo coloquial y con lo hondo de cada vida humana.