Juan Carlos Jiménez Redondo es sociólogo e historiador especializado en temas de política exterior y relaciones internacionales. En este libro reflexiona sobre el papel del liberalismo en los procesos de globalización, al tiempo que trata de desmontar los principales tópicos manejados por los movimientos antiglobalización.
Hoy la doctrina liberal sigue bajo sospecha, pues se asocia a un individualismo feroz e insolidario. Para Jiménez Redondo, esta visión está deformada. Es cierto que el primer liberalismo mantuvo algunos postulados antisociales, pero en su evolución «el liberalismo tendió a abandonar el egoísmo radical como justificación del individualismo en favor de la idea de que el bienestar social concernía a todos y de que había bienes intrínsecos que no se podían medir sólo por su utilidad».
¿El liberalismo puede ser el fundamento de la moderna sociedad internacional? Jiménez Redondo cree que sí, puesto que el ideal liberal trata de favorecer valores comunes tales como la democracia, la defensa de los derechos humanos, la economía de libre mercado, el Estado de derecho o el respeto a la dignidad de todos los seres humanos. A su juicio, esos valores deberían ser universales porque son los únicos que «han servido para alcanzar altas cotas de paz, equidad, bienestar y libertad».
Ahora bien, ¿de qué manera hacemos efectivos esos valores? Ante la ausencia de un gobierno mundial, es necesario -explica el autor- que una potencia o conjunto de potencias asuman un papel hegemónico. En las condiciones actuales, no cabe duda de que solamente Estados Unidos y sus aliados tienen capacidad para asumir ese liderazgo mundial. Y esto es lo que propone Jiménez Redondo.
Estas propuestas chocan frontalmente con el movimiento antiglobalización, aglutinado hoy por el antiamericanismo y la oposición a una concepción liberal de la sociedad internacional. En principio esta oposición sería perfectamente legítima e incluso muy deseable para el debate público, si no fuera por la pobreza de sus argumentos. En efecto, afirma Jiménez Redondo, los grupos antiglobalización más que ofrecer alternativas, se limitan a pasear pancartas contra el opulento capitalismo que les nutre.
Es aquí cuando el autor despliega su artillería de datos y estadísticas. ¿Se puede afirmar con seriedad que la globalización es la causa de la pobreza y del hambre en el mundo? Mediante una crítica enérgica, el autor denuncia los tópicos y los clichés al uso: la supuesta imposición de la homogeneidad cultural, el mito del multiculturalismo o la maldad de las transnacionales son algunos de los temas tratados. En suma, estamos ante un libro riguroso que trata de introducir racionalidad en un debate complejo.
Juan Meseguer Velasco