Los perros y los lobos es la última obra que publicó en vida Irène Némirovski (1903-1942). Apareció en 1940, dos años antes de ser deportada desde un pueblo de Borgoña donde se había escondido de los alemanes al campo de exterminio en el que fue asesinada. Es una novela con características parecidas a las que le han dado fama, como Suite francesa, quizás la de más calidad, David Golder, El ardor de la sangre, El baile, El maestro de almas, El caso Kurílov o Nieve en otoño.
En todas hay un argumento lineal y sencillo, personajes bien retratados en su psicología, situaciones melodramáticas con giros inesperados en la sucesión de acontecimientos y una calculada tensión narrativa.
En el caso de esta novela es más relevante el dramatismo en torno a la situación de los judíos y las influencias raciales en la psicología y la conducta de los personajes concretos.
Se expresa aquí en un drama de triángulo amoroso en el que intervienen dos judíos que son presentados en la primera parte como niños de una población ucraniana. Los dos pertenecen a familias del mismo apellido, pero separadas por una notable diferencia social y económica. Ya adultos, aparecen instalados en París, tras haber emigrado por la persecución sufrida en determinados países de Centroeuropa, donde la distancia de clase casi se ha eliminado tras los vaivenes de la azarosa vida que han llevado.