Crítica. Barcelona (2004). 443 págs. 27,90 €. Traducción: Antonio-Prometeo Moya.
¿Cuál es el origen de todos los humanos existentes actualmente? ¿Quiénes fueron nuestros antepasados comunes más cercanos? ¿Qué rutas siguieron sus descendientes para colonizar todo el globo terráqueo? El genetista Stephen Oppenheimer, actualmente profesor de la Universidad de Oxford, contesta estas preguntas en este libro.
El análisis genético de nuestro ADN mitocondrial (transmitido exclusivamente por las mujeres) nos revela que toda la población mundial actual desciende de una única mujer que vivió en África hace entre 150.000 y 200.000 años. El estudio del cromosoma Y (únicamente heredable por línea paterna) nos da una información similar: descendemos de un único varón de origen africano, aunque con fechas más recientes. No se trataba ni de la única mujer ni del único hombre existentes, sino que fueron quienes dieron lugar a nuestro linaje. Otras mujeres y otros hombres dieron lugar a otros linajes, pero no han llegado hasta nosotros (de la misma forma que pueden perderse algunos apellidos) o por lo menos no los hemos detectado todavía.
Los partidarios de la «Teoría Multirregional» o «Modelo del candelabro» sostienen que la humanidad actual desciende de poblaciones autóctonas ancestrales: los «erectus» en Asia, los «heidelbergensis» primero y los neandertales después en Europa y los «rodhesiensis» en África. Sin embargo, desde que a finales de los ochenta Wilson, Cann y Stoneking hicieron público el resultado de sus investigaciones, cada vez se está viendo con mayor claridad que el origen de toda la humanidad actual está en África. Los africanistas sostienen que todos los seres humanos que existimos hoy en día descendemos de diversas migraciones procedentes de África que irían reemplazando a los humanos que habitaban las tierras a las que llegaban. Esta teoría es popularmente conocida por el nombre «Out of Africa» («Fuera de África») o «Arca de Noé».
Oppenheimer no es un africanista más. Para él no somos el resultado de diversas migraciones, sino el fruto de una sola que se produjo hace 80.000 años. Un solo grupo humano, descendiente de una única mujer y un solo varón, pasó de África a la península Arábiga atravesando el mar Rojo por el estrecho de Bab el-Mandeb. ¿Qué les impulsó a dar este salto? Parece ser que se trataba de recolectores de conchas que se alimentaban principalmente de marisco y pescado. Las necesidades alimentarias, unidas a la bajada del nivel del mar, debió de posibilitar el paso del estrecho. En poco menos de diez mil años habían bordeado la costa del Índico hasta llegar a Indonesia (entonces unida al continente asiático formando la Península de Sonda) y Australia, Nueva Guinea y Tasmania (unidas entre sí formando el continente llamado Sahul).
Hace menos de 50.000 años los primeros «sapiens» llegaron a Europa procedentes de Oriente Medio. Otra rama humana de esa zona se adentró en Asia Central hace 40.000 años; desde ahí unos giraron hacia el oeste y llegaron a Europa, otros se dirigieron hacia el este y, a través del gran istmo de Beringia (puente de tierra que unía Siberia con Alaska) pasaron a América hace poco más de 20.000 años, para extenderse en poco tiempo por todo el continente. Muy sucintamente ésta es la colonización del planeta que propone Oppenheimer analizando el rastro genético.
Siguiendo una moda pedagógica muy interesante, el autor también ha llevado sus teorías a la pantalla de televisión a través de un documental titulado «La Eva real», emitido por la ya desaparecida Vía Digital, aunque cualquier día podría volver a estar en pantalla en alguno de los canales temáticos de la actual plataforma digital.
Carlos A. Marmelada