En 1978, un piloto ruso sobrevolaba la taiga siberiana, miles de kilómetros de montañas y bosques deshabitados. De pronto, una cortina de humo que procedía de la chimenea de una solitaria isba, cercana a un río, llamó su atención. El piloto formaba parte de una misión de geólogos que iba a explorar aquellas olvidadas tierras. A los pocos días, se dirigieron a esa casa y se encontraron con cinco miembros de una familia de “viejos creyentes” que vivían aislados en esa zona inhóspita desde 1944.
La curiosa noticia se extendió rápidamente y llegó a oídos de Vasili Peskov (1930-2013), periodista de Pravda, que se interesó por aquella gente. En 1982 viajó a Siberia, a Jakasia, al curso alto del río Abakán, el más cercano a la casa de la familia L…
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