Los viejos demonios

Lumen. Barcelona (2011). 436 págs. 22,90 €. Traducción: César Amando Gómez.

TÍTULO ORIGINALThe Old Devils

GÉNERO

¿Seríamos capaces de describir las tareas más ínfimas y sencillas de la vida, sorprendiendo y haciendo reír a nuestros lectores? Pues esto es lo que hace en esta entretenida novela el escritor británico Kingsley Amis (1922-1995), padre del también escritor Martin Amis, y del que en 2007 se recuperó una de sus mejores novelas, La suerte de Jim.

Los protagonistas de Los viejos demonios, novela publicada en 1986 y con la que obtuvo el Premio Booker, son seis parejas de jubilados galeses, todos ellos amigos desde la infancia. El primer capítulo es un gran prólogo, en el que van apareciendo ordenadamente los personajes. En los nueve capítulos restantes, el relato se centra en uno o un grupo de ellos y profundiza en su personalidad y en las relaciones con los demás. Como jubilados tienen unas vidas absolutamente anodinas –“de repente se encuentran con que la noche empieza después del desayuno”–, se les pasa el tiempo entre borrachera y borrachera y critiqueo y critiqueo.

La acción se desencadena con el retorno de una de las parejas que ha vivido hasta ese momento en Londres, aparentemente con éxito y fama. Esta es la ocasión para hacer una crítica mordaz y satírica de la sociedad de su tiempo y de las nuevas tendencias que quieren recuperar a toda costa lo genuino galés.

Detrás de cada personaje, todos ellos cultos, hay un variado mundo interior, una visión de la vida y un pasado que les ha marcado profundamente y del que viven. Sus huellas son viejos demonios que permanecen ocultos en ellos y que en la vejez sienten la necesidad imperiosa de airear, lo que da lugar a situaciones delicadas entre los amigos.

La novela rebosa de una ironía muy inglesa que alcanza sus mejores momentos cuando el autor se recrea en los diversos tipos de desayunos de los protagonistas o en tareas tan habituales como el vestirse –que, para un jubilado mayor, puede convertirse en toda una epopeya– y, sobre todo, en las relaciones de pareja, tan alteradas por el paso del tiempo.

Pero hay algo que se debe destacar en esta novela satírica: se trata de un profundo canto a la amistad, a la comprensión de los defectos de los demás, a saber aguantar y perdonar, a tener paciencia con cada uno. Tanto en las reuniones de las mujeres como en las de los hombres, a pesar de la constante crítica, hay una delicadeza y hasta cariño verdadero por los amigos, sabiendo aceptar sus formas de ser y sus manías.

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