Durante décadas se ha narrado la historia del arte como si este hubiera ido progresando a lo largo del tiempo hacia cotas de perfección visual cada vez más elevadas. Dentro de esta forma de narrar el arte, la trayectoria de los artistas parecía una línea continua que conducía inexorable hacia el éxito. Sin embargo, cuando se analiza de cerca el trabajo de muchos artistas del siglo XX, como el de Henri Matisse, se ve que ese tópico, basado en un dominio instrumental de las técnicas, ya no tiene sentido.
En el libro Matisse. Una segunda vida, el crítico británico Alastair Sooke muestra el cambio interior que se produjo en la última etapa de este genial pintor y cómo transformó su manera de hacer arte. El punto de partida de la narración es un…
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