Comienzos del siglo XIX. El pequeño John Stewart vive en Oporto. Mientras la vida se le revela a través de sus amigos Daniel y Violeta, percibe oscuras amenazas que pronto descubrirá que tienen que ver con su oculta condición de judío. Un día, su padre, viajante, vuelve con un bosquimano con el que ha entablado amistad y al que todos llaman Medianoche. Este personaje se convertirá en mucho más que un amigo y un maestro para John, cuando le transmita su sabiduría ancestral. Sin embargo, la estancia de Medianoche en casa de sus padres traerá también consecuencias funestas. En la segunda parte de la novela, John se traslada al Sur de los Estados Unidos, donde su peripecia vital se une a la de Morri, hija de Medianoche.
El neoyorquino Richard Zimler ha escrito una novela de esas que suelen llamarse de largo aliento, presidida por la añoranza de la justicia y la huella del mal. Un solapista podría calificarla de grandiosa epopeya, pero lo cierto es que Zimler vuela muy bajo en el tratamiento de los temas aludidos, y se queda en un entretenido y emotivo novelón. Resulta irritante la imagen esperpéntica de la Iglesia y de los cristianos.