Ian Stewart, profesor de matemáticas y conocido en todo el mundo como divulgador científico, ha recibido, a lo largo de su dilatada trayectoria, numerosas condecoraciones. Miembro de la Royal Society desde 2001, ahora es catedrático emérito de la Universidad de Warwick.
Esta peculiar historia de las matemáticas, que se reedita ahora, pasó en su momento desapercibida, pero resulta muy recomendable. En ella Stewart repasa la vida y obra de matemáticos relevantes, cuyas intuiciones siguen estando en muchos casos detrás de teorías recientes. En total, son 25 los científicos, desde Arquímedes hasta William Thurston, los que protagonizan estas fascinantes páginas en las que, de un modo ameno y sencillo, se explica que los descubrimientos matemáticos no tienen fecha de caducidad. En el campo de las matemáticas, dice Stewart, “no vale el relativismo social”: las reglas son muy estrictas.
Stewart es un maestro a la hora de combinar lo científico y lo que no lo es tanto. Por eso, se detiene a reflejar algunas de las excentricidades de quienes pasaban el día rodeados de abstracciones y números. Por ejemplo, Galois se dedicó a perfilar un sutil concepto antes de morir en un duelo, o Kovalévskaya, conocida por su investigación sobre la rotación de un sólido, se adentró en los secretos del análisis matemático gracias a que, a causa de la escasez de papel, sus padres decoraron su habitación con las hojas de un libro de cálculo diferencial.
Para Stewart, es capital estudiar en profundidad a los matemáticos, y así lo hace con los que jalonan la obra. La historia de las matemáticas es apasionante porque en ella los teoremas a veces se encadenan: una teoría coherente puede ser el peldaño sobre el que se asiente otra nueva. Por otra parte, además del valor de sus aportaciones científicas, las vidas que se nos presentan resultan de algún modo ejemplares: si las trayectorias de estos genios, a veces sumamente arduas, son insólitas, no es por casualidad. Condiciones duras suelen forjar mentes excepcionales.
Son casi dos mil años de historia los que Stewart compendia en este ensayo, que se lee con un deleite no exento de fascinación y sana curiosidad. Además, se trata de un volumen muy formativo. Y no solo porque el continente es atractivo, sino porque el contenido es imperecedero. O, dicho en palabras del autor: “Las matemáticas son distintas porque perduran”.