Metafísica de la familia

Juan Cruz-Cruz (editor)

GÉNERO

EUNSA. Pamplona (1995). 375 págs. 3.800 ptas.

Doce estudios filosóficos y teológicos desvelan desde diversas perspectivas la hondura ontológica de la familia. Uno de los autores, Rafael Alvira, considera que en la familia se despliegan tres elementos (economía, educación e intimidad) que humanizan al hombre. Y en ella todo se produce dentro de un tiempo y espacio peculiares. Por ejemplo, la llegada de un nuevo hijo/hermano reduce el reparto del espacio físico del hogar, pero amplía el «espacio espiritual» de cada miembro.

Por su parte, Ignacio Falgueras aborda el tema de la monogamia, como factor determinante de la hominización. La poligamia y la poliandria son formas antinaturales de unión, que no concuerdan con el carácter personal del ser humano. Blanca Castilla analiza el carácter esponsalicio de la sexualidad humana. En su ensayo articula las antropologías de Julián Marías y Xavier Zubiri, la teología de Juan Pablo II y las agudas intuiciones de E. Lévinas. Así, la maternidad y la paternidad son dos formas distintas y complementarias de darse a los hijos, moduladas por la feminidad y por la masculinidad, respectivamente.

El desarrollo de la libertad en la familia es el argumento del ensayo de Eudaldo Forment. El auténtico «amor libre», dice, se da en la familia, pues es allí donde las personas aprenden a amar y a usar la verdadera libertad. En este sentido -dirá Armando Segura-, la familia también es una conquista cultural, el la que el instinto se ennoblece generando el primer lugar ético de la historia humana. Por su parte, Jesús de Garay trata acerca de la original comunicación familiar, subrayando su carácter subjetivo y personal.

Jesús García-López y Tomás Melendo explican por qué la familia resulta insustituible para la plena personalización del hombre y de la mujer.

Aquilino Polaino sostiene que, a diferencia de otras especies, la paternidad y la filiación humanas no son meras consecuencias de un proceso biológico. El hombre sabe de quién procede y ese saber es más importante que el proceder mismo. Leonardo Polo mantiene que la paternidad y la filiación son relaciones permanentes: nadie puede ser ex padre o ex hijo. El hombre es un «ser nacido», lo que revela que es un ser dependiente. Y su más radical realidad es proceder de Dios: es «hijo de Dios». De ahí que su tarea vital consista en hacerse cargo de su destino en la búsqueda de su origen.

Carlos Goñi Zubieta

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