«Libros que he leído, cosas que he vivido, de todo esto se trata aquí», escribe Hilario Mendo en la introducción de este singular libro, que mezcla lo memorialístico con lo que el autor define como «lecturas subjetivas», opiniones personales sobre libros leídos. Mendo demuestra un profundo conocimiento no sólo de la literatura contemporánea, sino también de los movimientos culturales y filosóficos del siglo XX, que comenta en muchas ocasiones con pasión.
La literatura no es para él un simple momento de descanso o una ocasión para el entretenimiento pasajero. Él mismo señala el extraño poder de la literatura para reflejar e iluminar infinidad de aspectos de la condición humana. Leer, pues, para vivir mejor, no para refugiarse en una vida libresca, a menudo estéril y endogámica.
Mendo emplea un estilo optimista, que busca contagiar el entusiasmo por la vida y la literatura. Lo que no significa que sea un lector complaciente o acrítico. A veces no comparte aspectos de la literatura de algunos autores, como Paul Auster, Claudio Magris o Enrique Vila-Matas. Ofrece análisis que arrojan originales perspectivas, como las que le sugiere la lectura de «La regenta», de Clarín, o «La hoguera de las vanidades», de Tom Wolfe. Para el autor, la lectura es una manera de conocer el mundo, a los demás y a uno mismo. Y este libro es el ejemplo de cómo la literatura -las buenas lecturas- amplía el peso y el volumen de las experiencias de la vida.