Unas monjas anglicanas son enviadas a poner en marcha un convento en un viejo palacio situado en las montañas de Darjeeling, al norte de la India. Una vez allí, ponen en marcha una escuela, un dispensario y unos jardines. La belleza de las montañas, la bondad y el modo de ser de la gente, y las excepciones que se ven obligadas a permitir dada su situación, parecen ir cambiándolo todo.
El relato se centra, sobre todo, en el mundo interior de las monjas, cada una con sus propios conflictos interiores, y en especial el de la superiora: una brillante joven irlandesa con grandes dotes pero también dura en exceso. Unos choques aumentan y otros se suavizan debido al señor Dean, un occidental acostumbrado a vivir allí que conoce bien las costumbres de los nativos, rudo y corrupto pero también con un fondo de honradez y un deseo sincero de ayudar.
La historia está bien escrita, como se puede esperar de Rumer Godden (1907-1998), la autora de El río, una escritora capaz de matizar la evolución de los estados de ánimo, de presentar unas cuidadas descripciones ambientales, de construir unos diálogos acerados, y de concluir su novela sin un cierre romántico en falso.
Está planteada con agudeza la desorientación de las monjas en su nuevo ambiente, que si se acentúa mucho debido a los desafíos que se les plantean, parece tener su origen sobre todo en su falta de recursos interiores.