Con 23 años, Amélie Nothomb publicó su primera novela, Higiene del asesino. Desde entonces, todos los años da a luz una nueva. Nacida en Kobe (Japón) en 1967, ha vivido en numerosos países donde su padre fue diplomático. Ahora vive en París. En España, en la editorial Circe, aparecieron sus tres primeras novelas: Higiene del asesino, Las catilinarias y Atentado. Luego pasó a Anagrama, que editó su novela más leída, Estupor y temblores, una divertida parodia del mundo laboral japonés visto desde la crítica mirada de una joven occidental. Desde entonces ha publicado Metafísica de los tubos, El sabotaje amoroso, Cosmética del enemigo, Diccionario de nombres propios, Antichrista, Biografía del hambre, Ácido sulfúrico y Diario de Golondrina. Algunas de sus novelas se apoyan en sus experiencias biográficas y otras son inquietantes parábolas sobre algunos aspectos de la cultura contemporánea.
Ni se anda por las ramas ni profundiza en exceso. Maneja una narrativa veloz plagada de diálogos frescos. Hay en sus argumentos un ácido sentido del humor y un conato de rebeldía. Resulta brillante en los planteamientos, pero muy endeble en las resoluciones.
En Ni de Eva ni de Adán la acción se sitúa justo un año antes de los desternillantes sucesos que cuenta en Estupor y temblores, basados en hechos reales. En 1989, la protagonista viaja a Tokio par aprender japonés. “Me pareció -así empieza la novela- que enseñar francés sería el método más eficaz para aprender japonés”. Su primer y único alumno fue Rinri, un joven más o menos de su misma edad, indolente, intelectual, que está fascinado con la cultura francesa y occidental. Describiendo las conversaciones que tiene con Rinri se explican indirectamente algunas cuestiones relacionadas con las costumbres y el carácter de los japoneses, relatadas con un estilo divertido y muy irónico.
La relación entre maestra y alumno se transforma poco a poco en una insólita e intensa historia de amor que acaba con la promesa de matrimonio. Rinri es hijo de una de las grandes fortunas de Tokio. Aunque no comparte algunas maneras de vivir de sus padres ni de sus compatriotas, no hay en Rinri un deseo de rebelión. De hecho, esa actitud calmada y grave -como un samurái, según la protagonista- es lo que hace que ella se entregue a él sin estar segura de estar totalmente enamorada. Sin embargo, no entraba en los planes de la protagonista contraer matrimonio tan joven ni mucho menos con un japonés.
La relación entre ellos se plantea en la novela con superficialidad, sin ahondar, sin querer crear ningún tipo de conflicto, ni mucho menos moral. La autora se abona a un mensaje débil, políticamente correcto. Nothomb plantea de manera veloz las cosas con una prosa directa y en ocasiones corrosiva. Con estos ingredientes consigue una original, entretenida y frustrada historia de amor, recordada con una cierta melancolía.