Las dificultades de comunicación derivadas del salto generacional forman parte de la vida cotidiana de cualquier familia con hijos adolescentes. Para evitar que el diálogo entre padres e hijos finalice de manera habitual con un grosero y terminante “no me ralles”, el punto y final de quien se siente incomprendido, los autores de este libro intentan dar algunas pistas a los padres para entender mejor el mundo en el que navegan sus hijos. Carlos Goñi y Pilar Guembe abordan esta tarea desde la triple experiencia de padres, profesores y estudiosos. Él es doctor en filosofía y escritor. Ella, pedagoga y profesora. Lo hacen también desde la convicción de que “los padres tenemos mucho que decir a nuestros hijos”. Pero “si no acertamos con el modo de hacerlo, probablemente no les llegue el mensaje y todo nuestro esfuerzo no servirá para nada”.
En el libro se entra a todos los temas: desde los nuevos (ahora resulta que se droga, a quién se le ocurre taladrarse una oreja, y a dónde va con el tatuaje ese) a los de siempre (algún día ordenará su cuarto, y encima dice que siempre le toca a él bajar la basura, que el profesor le tiene manía). Situaciones de conflicto que solo se agravan si se dan respuestas impulsivas e improvisadas. No me ralles apunta claves para la actuación sosegada y dialogante: pero también, a modo de premisa, da pistas para “saber de qué estamos hablando”. Porque es posible que los padres que lean el libro amplíen su vocabulario con palabras que nunca han oído como fotolog, vigorexia, kazaa, dólares Linden, break boys, grunges, pirulas, tripis… Y la respuesta de un padre o una madre no es la misma -no puede serla- ante un hijo que se va de juerga con sus amigos mods, que la que se puede dar a otro que te dice que le han invitado a una fiesta rasta. No es lo mismo enterarse de que tu hija se ha hecho un blog, o un perfil en Tuenti, o que tiene un fotolog. No es lo mismo, y si se busca ayudarles, hay que saber de qué estamos hablando y facilitarles que se hagan entender.
Pero el libro de Goñi y Guembe no es en absoluto un assimil de la terminología juvenil de la “net generation”. Porque no es solo una cuestión de lenguaje. El libro se centra en recomendar actitudes, experiencias que han tenido éxito para salir de situaciones problemáticas o para incoar su solución, y formar de este modo a los adolescentes… sin “rallarles”.