Biblioteca Nueva. Madrid (2007). 173 págs. 12 €.
En la presentación de este poemario, el autor explicó que suele archivar los poemas que escribe durante meses para cerciorarse de que, transcurrido un tiempo, siguen vivos. Con este distanciamiento, Carlos Morales ofrece una obra elaborada y coherente.
En «Nueva Estación», su quinta entrega lírica, ha reunido poemas escritos entre 1997 y 2003, agrupados en seis libros, como se hacía en las «summae» medievales: De la Luz, Del Amor, De la Poesía, Del Olvido, Del Bien, De la Sombra. No se trata de una simple recopilación de los versos de aquellos años, porque «Nueva Estación» tiene una notable unidad y marca, como el mismo título expresa, un giro en su poesía, aunque sin romper con los libros anteriores.
El punto de partida es a menudo un suceso cotidiano que el poeta convierte en canto, en celebración o en meditación sobre el hombre y su existencia, sobre la creación poética : es decir, en revelación. El tono general del libro es hímnico y meditativo, porque la de Carlos Morales es una poesía llena de ideas, no sólo de emociones. En unos poemas, destaca más lo elegíaco, en otros la ironía; y otros son más narrativos.
El poeta, además, ha investigado y publicado sobre el modernismo hispanoamericano y sobre Antonio Machado. Esto se nota en el ritmo de sus poemas, con abundancia de endecasílabos, heptasílabos y alejandrinos, pero no se trata de un calco de maestros como Rubén, Juan Ramón, Martí o el propio Machado, sino de una asimilación muy personal, con rechazo tajante de adornos superfluos.
Especialmente sugerentes me han parecido varios poemas en los que expresa su poética, rigurosa, ajena a los trapicheos de galería o de grupúsculos cerrados, y aquellos en los que indaga sobre el hombre con una mirada de asombro y de superación del inmanentismo: «Toda la poesía es testimonio / de que el mundo no encaja en nuestra mente / y todavía menos en nuestra alma entera, / como no encaja nunca el mar contra la roca / y seguirá insistiendo más allá del cansancio / por rellenar el hueco del deseo».
Luis RamonedaACEPRENSA